TRAS LA VERDAD
Estos dos factores –entre otros- incidieron en la estrepitosa derrota del PRI en la pasada contienda electoral. La inobjetable inexperiencia en campaña de muchas y muchos de los candidatos fue obvia, así como la soberbia que envolvió a las y los inexpertos.
Hoy no tuvieron a José Calzada Rovirosa como un excelente candidato que les cubriera torpezas e ineficiencias que mostraron durante la contienda. Se enfrentaron a la cruda realidad. Los votos se conquistan, no se obsequian; la membrecía del PRI tampoco alcanzó a los imberbes políticos para conseguir el objetivo de conquistar al electorado. Por supuesto que hay otros factores que incidieron en la derrota casi generalizada de candidatas y candidatos priistas.
La mayoría de quienes perdieron, empiezan la vida partidista y después de ocupar cargos públicos, sin mayores merecimientos que los distinguieran, resultaron premiados con candidaturas. Baste ver la curricula para constatar la realidad. Tampoco hay aspectos negativos que resaltar en contra. Sin embargo empoderaron la soberbia, no creían en nada ni en nadie, costo de la inexperiencia. Poco a poco olvidaron que necesitaban de la militancia y del electorado, esos elementos son los que empoderan.
Conste que los “deslices” de candidatos, los electores tienden a olvidarlos, perdonan o los ignora, dado que, de ser un factor de rechazo electoral, otros candidatos con antecedentes negativos jamás hubieran logrado el triunfo. Entonces no es un factor de decisión que sea definitivo para formar un buen o mal prestigio social. Para unos cuantos queda como antecedente y rechazo en aquellos que sí saben de trayectorias como elemento de decisión.
La mayoría de las y los novísimos militantes mostraron la inexperiencia a flor de piel. Nunca habían caminado territorio electoral; mucho menos comunidades, no conocían al electorado. En redes sociales exhibían fotografías para revistas de vanidades; queda claro que eso no da votos, mucho menos convencimiento del sufragio por los protagonistas. Coordinadores de campaña brillaron –unos- por su ausencia, otros por la soberbia al pensar que la elección la tenían ganada; las encuestas les emocionó, así que la jornada electoral –pensaron- sería un trámite. Inmadurez a flor de piel.
Candidatas y candidatos perdedores menospreciaron a la militancia añeja; no así la oposición que aprovechó la experiencia y conocimientos en la materia de su vieja militancia, los aguerridos que acumularon experiencia en derrotas anteriores; a los imberbes les ganó la soberbia, ignoraron la sabiduría que con el paso del tiempo da la experiencia en la materia.
Las concentraciones en eventos políticos les hicieron confiarse y creer que el triunfo era suyo. No caminaron juntos, más bien distanciados, cada quien por su ruta; unos en busca de prolongar el coto de poder, otros simplemente armando eventos masivos para la fotografía. Discursos vacíos que nunca emocionaron. Nunca hubo un padrón confiable de electores que votarían por ellos. Todo fue un bonito escenario para la fotografía y otros que, como hace seis años, vendieron la idea en papel periódico que el triunfo ya era suyo.
¿Evaluaciones de campañas? ¿Para qué? ¡El triunfo lo paseaban! Todo marchaba sobre ruedas. Nunca tuvieron el pulso de qué quería la población y responder a esos reclamos sociales; no, sobresalían propuestas de candidatos sin experiencia ni sentido social. No se palpó esa emoción social que hace vibrar a los candidatos que se identifican con su pueblo; no pronunciaron discursos convincentes, tampoco se sintió el compromiso con la justicia social. Sin embargo, sobresalió la inexperiencia, empoderándose la soberbia, principio de la debacle electoral. Tendrán que corregir errores en la pizarra, nuevamente llegó el tiempo de evaluaciones y reconocimiento tanto de errores como de aciertos para volver a competir en mejores condiciones en tres años. Dejando a un lado pruebas de laboratorio que llevan a derrotas anticipadas.