TRAS LA VERDAD
Las traiciones políticas a flor de piel. La ambición por los cargos de elección no tiene límites para los que exfolian la política.
Para muchos, no hay principios morales ni políticos, solo intereses personales.
Son tiempos de deslealtades.
Si esos políticos aviesos no son beneficiarios de más cargos de elección popular, viene la renuncia acompañada de críticas por no haber sido ungidos una vez más.
Será el año de más traiciones y renuncias a la militancia de los partidos políticos. Nadie escapa a la traición.
Hay quienes, en tiempos electorales, han entregado el mando a la oposición en su estado, para luego ser beneficiarios de cargos administrativos o diplomáticos por disciplinarse, por haber facilitado el arribo al gobierno estatal del partido en el poder presidencial. El Estado de México, vivo ejemplo de la traición. Muchos aseguran que es un “trato” para no ser perseguidos política y penalmente por el mazo que utiliza el gobierno amloista. Así han dejado crecer, sin mayor sustento al partido de la “transformación”.
Nada es casual, a toda acción corresponde una reacción. El perverso juego de la política: la ambición personal por continuar usufructuando el poder a costa de lo que sea.
Más traidores se ha subido a la ola morenista y ganado elecciones recién dejaron el partido porque el “suyo” no les dio la oportunidad de competir con las mismas siglas; así que, como cambiar de camisa van y vienen, brincan de un partido a otro, con tal de satisfacer las ambiciones políticas, seguir viviendo del erario. Se consideran los elegidos.
Ningún partido político está excluido de las traiciones, en todos se da el mismo fenómeno de los arrebatos y traiciones. Más en tiempos de repartir cargos, esos políticos quieren seguir en el usufructo de la franquicia.
Otros más se disciplinan por bien de su partido y aceptan la decisión de las dirigencias.
Cuando se trata de alianzas electorales, coaliciones políticas, es aún más complicado conciliar intereses de proyectos personales que no encajan en la coalición. Eso le está sucediendo al Frente Amplio por México, conformado por 3 partidos cuya ideología y principios no son los mismos; pero, deben lograr los consensos antes que los intereses personales, para vencer al aparto gubernamental.
La ambición no permite a muchos ver ni entender el juego plural de las alianzas, se ciegan. Sin alianzas políticas ningún partido (hoy día) puede vencer al gobierno, no a Morena; la lucha es en contra del gobierno federal que aplica todo su poder para que haya continuidad, a pesar de los delitos y violaciones electorales que comete el mismo presidente López Obrador.
La lucha en la arena política es totalmente desigual e ilegal. y ni así logran entenderlo muchos ambiciosos. El huracán Otis abrió puertas electoralmente para la oposición y estas generan sus propios problemas.
La crítica de algunos “analistas” abona la división. Esos “analistas” que sin escrúpulos se cantean del lado del poder presidencial e intentan destrozar al Frente Amplio. Generan mayor encono político en aquellos que querían ser premiados y no lo fueron ¿Cómo evitar las traiciones? ¿Ofreciendo otros cargos de elección popular o en espera de ganar y premiar la lealtad? Unos aceptan, otros no.
Todo el aparato gubernamental aplicado en el proceso electoral. Baste ver la actitud sumisa y cobarde de Marcelo Ebrard Casaubón, quien se conformó con la versión de que, en la pasada campaña electoral de las “corcholatas” hubo un cochinero, fraude por parte de la candidata del presidente López. Con el serio y vergonzoso reconocimiento del fraude se disciplinó al mandato de AMLO.
De pronto, políticos que han gozado de gubernaturas, senadurías, diputaciones o que aún siguen disfrutando del poder, les llega la dignidad y la sabiduría, renuncian al partido que los llevó al poder. La pretensión de esos desleales es resquebrajar al Frente Amplio. Aunque en Morena también se dan las fugas, son menospreciadas, ninguneadas por medios de comunicación, “analistas” y críticos para no demeritar al partido en el poder. Ayudan muchos al no hacer críticas, a diferencia de lo que sucede con la oposición, buscan a toda costa desprestigiar y ahondar en la división del Frente Amplio.
Preguntaron a Xóchitl Gálvez si había intervenido en la designación de Taboada en la CDMX, pretendiendo ponerle un “4”. Ella simplemente dijo que es decisión de la coalición, no de ella. Precisamente por aquello de no dejar llegar a Omar García Harfuch a pesar de haber ganado las encuestas, dejando pasar a Clara Brugada, mucho menos competitiva, pero con el apoyo de las “tribus” morenistas.
Militancia de los 3 partidos también se molesta cuando no deciden por un miembro de su partido. Craso error. Primero la alianza, después las apetencias personales partidistas.
El objetivo final de la coalición electoral (PAN, PRI, PRD y sociedad organizada), es vencer al partido en el poder en todos los cargos públicos que estarán en juego.
De ahí que las ambiciones personales de los políticos veletas, deben subordinarse al importantísimo juego político-electoral que consiste en vencer tanto a López Obrador, como a su partido. Ese es el urgente, prioritario y objetivo superior. No debe existir otro.
Los consensos en el Frente Amplio por México o la Alianza va por México, no son sencillos; son consensos. Es más fácil el manotazo, la imposición o el disfrazado fraude de las encuestas. Los pretensos de la alianza a cargos de elección popular están obligados a cumplir con los términos de la alianza política, que desde julio pasado fue registrada en el INE. Van por un gobierno de coalición.
Los triunfos electorales en manos de la ciudadanía (electores) bien informada.
A ninguno de los partidos políticos con registro en el INE, le alcanza, por sí, para lograr triunfos en las urnas. Nadie debe estar confiado ni menospreciar a la ciudadanía sin partido.
No son tiempos para oportunistas ni chantajistas.
Héctor Parra Rodríguez.