Con el objetivo de sanar las heridas, el obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz llamó a los sacerdotes, a sumergirse en la misericordia de Cristo, en una ceremonia que se realizó este miércoles en la Catedral en donde 250 sacerdotes renovaron sus votos.
“Queridos hermanos, sacerdotes, apreciados miembros de la vida consagrada, queridos laicos, hermanos y hermanas todos en el señor, aquel que nos amó y purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre, ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para Dios, su padre. Me mueve a reflexionar junto con Ustedes, sobre la necesidad y la importancia que tenemos cada uno de los sacerdotes, de sumergirnos en la misericordia de Cristo, para sanar las propias heridas”.
Puntualizó que en medio de un mundo herido, los sacerdotes en muchas ocasiones tienen una historia personal o familiar que necesita una salvación.
“Al que hemos sido enviados para llevar la salvación, estamos inmersos nosotros los sacerdotes, muchas veces heridos en la historia personal, familiar, e incluso ministerial. Ser sacerdote, no significa ni puede significar que estamos libres, de todo aquello que nos asemeja e identifica con los demás hombres en sus debilidades, como si estuviésemos llamados, a tratar a los demás, desde una gran altura”.
Mencionó que Dios ha llamado a salvar a los hombres y mujeres, sin embargo no hay salvación, sin encarnación.
“Nuestra debilidad es para relacionarnos con profundidad con Dios, donde su presencia que nos sostiene, puede revelarse, donde incluso su poder se hace patente”.
