¿PARA QUÉ INVESTIGAR A LOS REVOLTOSOS?

TRAS LA VERDAD

Trascendió en algunos medios de comunicación que investigarían a los “anarquistas” del desfile del 1° de mayo y salta la interrogante ¿Para qué? ¿Para sancionarlos, reprimirlos, marginarlos, evidenciarlos? Creo que la investigación debiera fundarse en las causas, en las razones de esas conductas agresivas; ¿Con qué propósito realizaron el “boicot” de los festejos de los trabajadores? Y darle solución a los problemas.

 En estos casos, la conducta persecutoria y policial no es la apropiada para resolver problemas sociopolíticos. Para una buena gobernanza la persecución no es la correcta. Lo ideal es hablar, conversar, negociar, consensar, poner sobre la mesa los temas álgidos y entre los involucrados buscar alternativas de solución.

 Tampoco estoy de acuerdo con las acciones agresivas para resolver esos mismos problemas como sucedió en pleno desfile. Cualquier lego de la política queretana sabe bien quiénes promovieron el desorden y ante el anonimato de muchos otros, según dice la psicología de las masas, se cometen los desmanes, como lo acostumbran en ciudades como el DF; más cuando se ocultan tras las capuchas para cometer actos vandálicos como pretexto de acciones no atendidas ni resueltas por las autoridades.

No todo lo que se pide se debe y se puede dar. Pero tampoco no debe existir una negativa sistemática a las peticiones, máxime cuando algunas de ellas sí tienen solución y pueden cambar las acciones gubernamentales en beneficio de la colectividad o de un grupo importante que las promueve; vamos, incluso cuando son acciones meramente personales. La solución está en la buena voluntad para atender y resolver los problemas por ambas partes.

De ahí que resulte un tanto cuanto inexplicable, eso de la investigación de quiénes son los “anarquistas” ¡No! La solución de algunas demandas que han estado planteando no se resuelven de tal manera. Es necesaria la conciliación hasta el cansancio, hasta lograr que las partes queden satisfechas, aun a costa de sacrificar, de fragmentar parte de los objetivos iniciales. Esos son los verdaderos acuerdos políticos. Lo otro puede considerarse como represión, intimidación, incluso agresión del estado hacia la población. Esa no es la solución.

Al correr de los días se pueden identificar parte de la problemática que no se resuelve, si bien se podría afirmar que si se atiende: no hay solución. Y hay que buscarle un remedio a cada caso en particular; que si los maestros, que si el sindicato, que si los empleados de limpieza, que si los ambulantes, que si servicios públicos a colonias irregulares; que la CENTE; que si las violaciones al contrato colectivo; que si las violaciones a los derechos de los municipales; etcétera. Estos y otros problemas no ha sido resueltos de fondo, que si bien son tratados, no hay acuerdo entre las partes en conflicto que de solución de definitiva.

No se vale que los diferendos polaricen los criterios y estos se vuelvan distantes. En todos los sexenios siempre se han presentado problemas en los desfiles del 1° de mayo, pero no habían llegado a la agresión que obligara a suspender el desfile, mucho menos que las autoridades estatales y del gremio laboral tuvieran que irse, para después ser literalmente perseguidos por algunos manifestantes rijosos que lograron su deleznable objetivo, ocultándose en el grueso de la masa social para gritarles consignas y seguir agrediéndolos –no físicamente- hasta llegar al Palacio de Gobierno y verse en la necesidad de resguardarse en ese lugar.

Tampoco está permitido utilizar estas estrategias como medio de solución a los conflictos sociopolíticos, incluso de carácter laboral o si se quiere vestidos de carácter administrativo como el despido de los empleados de limpia del gobierno municipal. Los ánimos estaban crispados y era de esperarse ese escenario. No faltará quien justifique estas acciones ante la cerrazón de algunas autoridades. Sin embargo siempre deben agotarse las líneas del diálogo. No modifiquemos conductas de los queretanos.

Hay quienes quieren sacrificar algunas cabezas como premio político, echando culpas a otros, la venganza antes que la atención y solución de los problemas. Eso no resuelve los conflictos y si satisface apetencias de cargos que no alcanzaron o revanchas de la última elección. Ahora que, si hay algunos funcionarios que han probado ineficiencia e incapacidad, tal vez sea tiempo de hacer ajustes, pero no producto de voluntades veleidosas.

Los responsables de la política, hacer un diagnóstico minucioso e instalar mesas de diálogo, de negociación, de conciliación, con personal que tenga fundamentalmente dos características. Una, aptitud de conciliación y diálogo; y la otra, capacidad jurídica de respuesta a la solución de los problemas que se planteen para la firma de acuerdos. Así se atienden y resuelven los conflictos. Lo demás es demagogia pura. Y el gobernador necesita soluciones, no problemas.

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