Universitaria visibiliza problemáticas a las que se enfrentan los trabajadores de la construcción

Advierte que debido a la precariedad laboral, tienen diversos padecimientos de salud y psicosociales, tales como depresión, estrés y agotamiento crónico.

 De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la industria de la construcción es uno de los sectores laborales considerados de alto riesgo; sin embargo, quienes se desempeñan en dicho ámbito se enfrentan a situaciones y condiciones de precariedad que hacen más latentes las problemáticas psicosociales que padecen, así como las afectaciones crónicas de salud a las que se exponen.

 Lo anterior lo señaló la Dra. Candi Uribe Pineda, profesora en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Querétaro, quien imparte cátedra en el Doctorado y Maestría en Estudios Multidisciplinarios sobre el Trabajo, y lleva a cabo el proyecto de investigación “Factores psicosociales y precariedad laboral: riesgos en la salud de trabajadores temporales de la construcción y el mantenimiento”.

Esta investigación la desarrolla en el estado de Querétaro, concretamente en la ciudad capital y en la comunidad de Boyé en el municipio de Cadereyta, y tiene el propósito de comprender -desde la perspectiva de las Ciencias Sociales- la dinámica de los distintos aspectos que influyen en esta problemática, para poder visibilizarla y abonar al desarrollo e implementación de legislaciones y políticas públicas en beneficio del personal operario –no administrativo– dedicado a ese sector.

La profesora universitaria refirió que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo hecha en 2014 reveló que la construcción se desarrolla mayoritariamente por hombres y esta actividad ocupa el sexto lugar por población económicamente activa en el país. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 52% de la obra que se construye es pública y 48%, privada. La región centro de México destaca en el primer lugar por concentrar a más del 30 por ciento de dichos trabajadores.

Entre las 17 entidades federativas con mayor proporción de albañiles, con relación a población ocupada, Querétaro se encuentra en el segundo lugar después de Tlaxcala. La Encuesta Nacional de Empresas Constructoras evidencia que en la entidad hay 86 mil, posicionando a este sector -a nivel estatal- en el tercer lugar  antes del comercio y de la fabricación de maquinaria y equipo. La Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción -delegación Querétaro- señala que esta rama genera 5 por ciento del Producto Interno Bruto del estado y brinda 83 mil empleos anualmente.

Considerando esto, así como el crecimiento y la importancia que tiene esta industria para el mercado laboral y la economía en el estado, la Dra. Uribe Pineda aseguró que es apremiante atender las condiciones de precariedad en las que se desempeñan los empleados de la construcción.

Lamentó que se trate de un grupo que ha sido estigmatizado históricamente al grado en que se han normalizado los riesgos que enfrentan todos los días, así como el impacto de éstos en su salud: “menos del 20 por ciento de estos trabajadores puede acceder a servicios de salud como una prestación de su trabajo, esto se suma al asunto de la manera en que en ese sector se normalizan los riesgos. Es decir, un trabajador de la construcción -entre sus códigos de conducta y la cultura propia de ese ámbito- es aguantador, resiste inclemencias del tiempo, sobrecargas de trabajo y accidentes sin atenderse médicamente”.

La Dra. Uribe Pineda citó que Mariano Noriega –investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana– ha documentado que en esta industria lo que más se padece son enfermedades musculoesqueléticas en el largo plazo, pues paulatinamente los empleados van dejando su vida y su fuerza vital en el trabajo pesado que realizan, a veces hasta sin el equipamiento necesario, y llegando a los 50 o 60 años se enfrentan a estos males producto de la precariedad. La alimentación también es un aspecto delicado dado que sus comidas y la frecuencia de sus ingestas  dependen de su ingreso económico y en algunas ocasiones ni siquiera tienen certeza de que les pagarán o de que su remuneración será completa.

“Ellos viven tal vulnerabilidad que por necesidad aceptan el trabajo así. ¿Ustedes tienen idea de la demanda de energía que exige el trabajo de la construcción? Hay otras dos cuestiones de las que también se enferman: envejecimiento prematuro y se daña muchísimo el aparato dental porque consumen demasiada azúcar para hacer frente a esa exigencia. Tienen un desgaste vital irrecuperable  y cuando ellos se encuentran en el fin de su trayectoria no hay manera de decirle a algún patrón ‘mi pérdida de salud es producto de esta labor’, debido también a que son trabajos temporales”, comentó.

La investigadora detalló que el inicio en la construcción comienza desde la adolescencia y van aprendiendo en redes familiares y de amistad, ejercen diversos oficios en función de la oferta de empleo, el ascenso es tardado y depende de la experiencia: “todo esto es informal ya que no hay institución u organismo que avale su preparación, ocurre conforme haya alguien que esté dispuesto a enseñarles y los reconozca. Ellos no usan curriculum, guardan las credenciales de las obras en las que han estado y de esa manera dan constancia de lo que saben”.

Indicó que en una dimensión cultural, “el trabajador de ese ámbito está muy estigmatizado: se dice que no es educado, le falta el respeto a las mujeres, es sucio –porque efectivamente es difícil que se bañen debido a que están lejos de casa y muchas veces viven en las obras hasta que terminan-, incluso se dice despectivamente ‘pareces albañil’. Además de los riesgos físicos y de salud, se suma el estigma social”.

En este sentido, la universitaria concluyó que es urgente visibilizar esta problemática para que el gobierno, los empleadores, los trabajadores y la sociedad sean solidarios y se responsabilicen para resolver los riesgos físicos y psicosociales, tales como el estrés, la depresión y el agotamiento crónico-, y brindar condiciones dignas y seguras en las que los empleados de la construcción realicen su labor.

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