TRAS LA VERDAD
Solo una semana aguantó López Obrador, estar alejado de las cámaras. Todo indica que él y sus asesores inventaron que estaba infectado de Coronavirus, era obligado alejarse del “trabajo” para ser atendido de la mortal enfermedad. Inicialmente la sociedad se alegró de no tener más “conferencias mañaneras”, información mentirosa del Presidente, la cual replican los medios de comunicación, cual es su deber de informar, más aún aquellos medios que les pagan por contrato (bastante bien) por la labor informativa de todo lo que hace y deja de hacer Andrés López.
Dejó a cargo de la desinformación mañanera a Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación, quien no pudo con el “paquete” de transmitir mentiras, pretendiendo emular a su jefe inmediato. No es nada fácil inventar, improvisar y mentir como lo hace López Obrador, experto experimentado en el arte de la falacia. Le quedó grande el escenario a la ministra en retiro.
Guardaron bien a López Obrador en el lujoso hotel de Palacio de Gobierno, recibiendo todas clase de atenciones que ningún otro mexicano tiene el privilegio de gozar, en donde, dijo la Secretaria de Gobernación, guardaba reposo y trabajaba para recuperarse de la contagiosa enfermedad. Conforme pasaron los días el “círculo rojo” de la política, los medios y en redes sociales, se cuestionaba el paradero de López. No se le volvió a ver. No faltó quien, para llamar la atención, inventó lo de un derrame cerebral; otros perversos, aseguraban un infarto.
Nada. Todo se trató de una estrategia del engaño, arte en el cual Andrés Manuel López Obrador, es un experto. No soportó el ostracismo mediático y apareció en un video mensaje a la nación. Apareció feliz y contento ¡Recuperado! En menos de una semana ¡Oh milagro! Claro, aprovechó para agradecer las muestras de afecto que prolijo el pueblo, mandatarios y demás, quienes están atentos a su salud. De pronto ¡la magia se esfumó! Volvió la mediatización de la mentira.
Lo cierto que, mañosa y hábilmente López pretendió mimetizarse con las familias que han sufrido la pérdida de un ser querido ¡El Presidente corre el mismo riesgo de morir que la gente del pueblo! ¿Dónde quedó la fuerza moral y el “detente”? ¿Qué pasó con aquello de ser honesto, no mentir, no robar, como el mejor escudo para no contagiarse? Otras de tantas manipuladoras mentiras de Andrés Manuel López.
Así las cosas, todos entretenidos en saber qué con la salud del Presidente. La distracción, como los fraudulentos en los juegos de cartas. Durante la semana se pasó por alto la escases de vacunas, la inexistencia de compras masivas de vacunas, la mentira de que la ONU pedía vacunas para países pobres, las más de 155 mil muertes por la pandemia, la preferente vacunación del personal de Bienestar que está en campaña, las tracaladas de Morena con las candidaturas, la baja del PIB a menos del 8 por ciento, la baja recaudación del gobierno federal en el 2020, la “muerte” de miles de empleos, etcétera. La mayoría le dio mayor importancia a la salud de López, ese fue el motivo del engaño, funcionó. La realidad volvió a su sitio. López Obrador, no soportó el ostracismo mediático, su adicción al marketing político lo traicionó. Regresó sonriente al escenario que le da oxígeno puro, feliz, sano; se lució caminando por los pasillos del lujoso Palacio de su residencia, sin agotarse al caminar y hablar. Eso no puede hacerlo ningún enfermo de coronavirus.
¿Habrá logrado el objetivo de engañar a su pueblo? Esta vez la burla floreció. El pueblo no cree que se haya infectado del mortal virus. Todo indica que su estratagema fue para igualarse a las miles de víctimas, para solidarizarse con el pueblo, esa parte del pueblo que cree todas sus mentiras, que gusta de ser engañado complacientemente, todo por apoyar al Presidente, a pesar de que estén conscientes de las mentiras del primer mandatario. Ese grupo radical disfruta ser engañado: masoquistas. Aunque muchos han renunciado al autoengaño, a la estafa mediática al constatar que gran parte de lo difundido por el Presidente es mentira pura y dura. Eso se llama marketing político y en eso, López es experto.
Disipadas las inquietudes por el propio Andrés Manuel, no queda duda que su salud es buena, incluso con unos kilos de más encima. López continúa trabajando a “puerta cerrada” ¿Qué hace? Seguramente determina los acuerdos para orquestar la campaña de Morena y sus candidatos, cuyo movimiento parece haber caído en arenas movedizas. Sabe que no podrá seguir haciendo campaña mediática una vez que se abra el periodo oficial de campaña de los candidatos, la Constitución lo prohíbe.
Vuelve la cruda realidad. López no va a morir por el virus del Covid-19. No hay vacunas; siguen aumentando los fallecimientos y la población de infectados; la economía por los suelos; la corrupción se enseñorea según la OCDE; no hay crecimiento económico; hay menos recaudación y el gobierno sigue dilapidando los escasos recursos del erario; los hospitales no se dan abasto con los enfermos; no hay medicamentos; continúan las ejecuciones masivas; la delincuencia imparable. Eso sí, habrá dinero por adelantado para el “ejército de beneficiados con los programas sociales” ¡Compra anticipada de votos! La campaña política en pleno auge y López Obrador no encuentra la manera de frenar la ola opositora de los aliancistas. Nada parece detener la fuerza del voto razonado y útil.
Héctor Parra Rodríguez