TRAS LA VERDAD
De unos años a la fecha se dio la explosión de la plantilla burocrática en los 3 ámbitos de gobierno y con ello la carga presupuestal en el gasto corriente creció en la misma proporción. Cada nueva administración pública, sea federal, estatal o municipal despide, contrata, modifica la plantilla, aumenta salarios, crea o desaparece dependencias a placer, todos en su momento pretendiendo ser mejores que los anteriores, generando incluso necesidades para justificar nuevas contrataciones o bien los despidos para después allegarse más personal para cubrir y cumplir los compromisos políticos.
Si bien esta “política administrativa” ha existido desde siempre, lo cierto que el frenesí aumentó con el paso del tiempo. El ganar un cargo de elección popular, no solo es ocupar el cargo; no, ese va acompañado del “premio mayor”, con el manejo de enormes presupuestos públicos y disponer de él a placer, según sus “tendencias administrativas y políticas”. Recorta aquí, aumenta allá, despide a tantos y tu verás de dónde, recontrata a otros tantos para que ingrese la gente que ayudó en campaña, desde “Nico, el chofer” hasta los Secretarios de Estado ¿Liquidaciones? ¡No hay problema, negocia con los despedidos o que demanden! De aquí a que se resuelva su demanda laboral, la administración habrá terminado, que paguen los que vienen. Y así se conduce la mayoría de aquellos que ganan elecciones, no importa de qué partido político sea, al final todos son iguales. La historia y las pruebas así lo demuestran.
Por eso Andrés Manuel López Obrador, pretende de un plumazo despedir al 70% del personal administrativo de la Administración Pública Federal, sin previo estudio alguno ¿La razón de ello? Economizar, según sus propias palabras, ahorrar para destinar ese dinero a otras cosas. Necesitan 500 mil millones más. Solo es cuestión de imaginar los miles de millones de pesos que costará al erario pagar las indemnizaciones a esos trabajadores, no importa que sea personal de confianza, también ellos tienen derechos laborales que deben respetarse, pagar los 3 meses de salario, 20 días por año, las prestaciones a que tienen derecho por lo que va del año, como la parte proporcional de aguinaldo, prima vacacional, etcétera. Esa acción administrativa para ahorrar, es sumamente costosa ¿A cambio de qué? Probablemente parte de ese personal no sea necesario, fue contratado por compromiso y realmente no se necesita. Pero ¿El resto del personal en verdad no es necesario? ¿No será importante, aunque se afecte el servicio que se presta en esta o aquella dependencia? Con los que queden será suficiente, será el argumento. Más no será así, seguramente muchas áreas de por sí ineficientes, serán aún más inoperantes por la falta de personal, sobre todo de aquellos que sean considerados como necesarios, incluso que se hayan capacitado ¿De qué sirvió la Ley del Servicio Civil de Carrera? Esa que pretendía la estabilidad laboral para no ser despedidos a capricho de los nuevos “jefes”. Por lo visto, de nada.
El monstruoso ejemplo federal puede aplicarse en cualquier lugar, sobre todo ahora que buscan, según lo justifican, ahorrar recursos económicos, como lo dijera el gobernador de Querétaro “apretarse el cinturón”. Plaza que se desocupa, no se vuelve a contratar. Y ahorró bastante.
Muchos gobernantes y administradores hemos visto pasar y siempre es lo mismo. El problema que se avecina y se pretende, es de mayores proporciones ¿Recuerdan a Vicente Fox, haciendo la misma propuesta de campaña? ¡Despedir a las víboras prietas, tepocatas y demás! El resultado fue en sentido opuesto, a su salida creció la burocracia de forma exorbitante. Claro, tuvo dinero en exceso con aquello de los altos precios del petróleo y la alta producción de barriles de petróleo; llenaron las arcas y lo más sencillo fue contratar a más personal, crear más plazas, ampliar la estructura administrativa por los tiempos de bonanza. Le siguió Felipe Calderón y por supuesto Enrique Peña Nieto. Entonces crearon otra política administrativa, pagarles bien, como en cualquier empresa, decían, para que no robaran. Los resultados fueron peores, siguieron robando y más. Quienes viven fuera de la burocracia aplauden la medida que pretende aplicar López Obrador, sin saber nada al respecto, solo que suena bueno, bonito ¡Correr a la burocracia! Clase laboral no siempre bien evaluada por la sociedad, mucha de ella trabaja más que cualquiera, pero los malos dan el ejemplo de irresponsabilidad, por ello el desprestigio y concepto despectivo “burocracia”.
El mismo ejemplo se dará en miles de cargos a lo largo y ancho de la República Mexicana, dados los cambios en administraciones municipales, estatales y federal, sin pasar por alto las administraciones del Poder Legislativo Federal, habrá una réplica en muchos Estados en los que cambiarán las legislaturas locales. Las arcas públicas soportan una enorme carga económica con los cambios de administración. Un mínimo ejemplo lo tenemos en el Municipio de El Marqués, Querétaro; la administración prepara un monto de 10 millones para “liquidar” solo a 60 servidores públicos y dejan enorme nómina de 1800 empleados para ese pequeño municipio.
El responsable de las finanzas, de forma magnánima advierte que dejarán la previsión económica para el pago de aguinaldos de los empleados ¿No sabrá este servidor que es un recurso etiquetado y no es un favor? Ese dinero es sagrado, es de los trabajadores, de los empleados, no es para el manejo caprichoso de los administradores. Sin embargo, es una realidad que se vive en los más de 2500 municipios, en los 32 Estados y en la administración Pública Federal. Total, el presupuesto aguanta, dicen algunos políticos, recorten por allá y aplíquenlo aquí. Dijo una vez un presidente municipal a un tesorero, quien explicaba al presidente ¿En dónde meto ciertos gastos? no alcanza el dinero; “el sabio presidente” le respondió: “para eso te contraté, arréglalo tú”. Así de sencillo es el manejo del dinero público.
Al final lo que se necesita es una administración pública eficiente y eficaz, que brinde un oportuno y buen servicio a la ciudadanía, pronto y expedito; que no sea obeso, ineficiente y oneroso. Ese debe ser el fin de todo administrador, sin abusos ni excesos. Veremos qué pasa con la administración federal, la más visible, la que, además, podría violentar la Ley Federal del Trabajo y la Ley del Servicio Civil de Carrera, en perjuicio de miles de trabajadores, si no realiza los despidos de empleados con bisturí hasta alcanzar la exagerada cifra del 70%, con la obligación de no lastimar derechos adquiridos, lo cuales pretenden conculcarlos en aras del “ahorro”.