Ciudadano de a Pie
Por: Gilda Ríos
El final del Gobierno de José Calzada Rovirosa, está por concluir y pues como este jefe del Ejecutivo en Querétaro ya va de salida, los medios ya no tienen tanta necesidad de lanzar vítores y echar las campanas al vuelo; total, pues ya qué más da.
Personalmente, considero que Calzada deja buenas cuentas para Querétaro. Es verdad que hay algunas áreas donde queda a deber, pero, ¿quién puede hacer todo lo necesario para sacar adelante un estado sin dejar por ahí uno que otro cabo suelto? Supongo que el gran problema es que el cabito que está quedando en el aire es el de la seguridad y por tratarse de uno de los temas que más interesa (y enardece) a la opinión pública, una reciente percepción de incremento en la inseguridad no le hace justicia a todo lo que sí va bien en nuestro estado.
Hay otros sueños no cumplidos que se quedaron en el “ya merito” de Pepe Calzada; el levantamiento de banderas blancas para el programa Luz Cerca de Todos es uno de ellos. Yo que viví de cerca el proceso de arranque e implementación del programa cuando trabajaba en Sedesu, les puedo decir que su proyecto me parecía irrealizable y cuando se planteó llegar a un 100% de abastecimiento de energía eléctrica, mi pensamiento fue: “está loco” (la verdad sí pensé eso, ¿pa’ qué me hago?). Hoy en día escucho que se llegó a un 98.5% de cobertura y la verdad es que para como estaban las cosas en el momento en el que el proyecto se creó, es un asunto para quitarse el sombrero.
Pero esa no fue la única vez que nos puso en aprietos poniéndonos a trabajar a marchas forzadas. Recuerdo una vez que se aventó la puntada de subirnos la meta de empleos anual a mucho más de lo que en un inicio habíamos proyectado. Yo llamé desesperada para avisar a su gente de prensa, pensando que se había equivocado (ingenua de mí), y aunque ellos le hicieron ver mi preocupación, su respuesta fue: así se queda. Yo me tronaba los dedos pensando en el manejo de crisis a fin de año por si no la hacíamos, pero ¿qué creen?, que sí llegamos (y la rebasamos). Desde ahí me quedó muy claro que Calzada siempre va un paso adelante y no da un solo paso sin saber claramente para dónde va.
Una vez fuera del Gobierno, como cualquier ciudadana de a pie, mantuve mi confianza en su capacidad para ver más allá de lo evidente. Solo la puse en duda al inicio del proceso electoral, pero creo –y por como se dieron las cosas, estoy convencida- de que muchas de las decisiones no fueron completamente suyas, sino que hubo injerencia desde la dirigencia nacional. De otro modo, estoy segura de que el resultado hubiera sido diferente. Neta, neta, neta, es que el todavía “gober” sí se la sabe.
Yo en lo personal solo tengo una cosa para cuestionarle. Una de ellas es que hubiera mantenido a su Coordinador de Comunicación Social, Abel Magaña, y al Secretario de Gobierno, José López Portillo, después de que saliera a la luz esa desafortunada conversación en la que se éste último se refiere a un periodista como “putarraco” y le pide a Abel que lo controle solo porque se atrevió a tocar el tema de la seguridad. Para mí, eso merecía una sanción fuerte, pero aplicaron la del “aquí no pasa nada” y pues funcionó, no pasó nada y las cosas siguieron su curso normal.
Debo confesar que en este tema de la libertad de prensa, la administración calzadista me provoca sentimientos encontrados. Por una parte, mi punto de comparación es la gestión de Paco Garrido, misma que viví como reportera y en la que de verdad el gobernador era inalcanzable. Las “banqueteras” no se daban ni por error, no había forma de entrevistar al mandatario de forma casual, las preguntas eran controladas y hasta censuradas por su personal de prensa, por lo que el margen de operación era nulo.
Calzada hizo todo lo contrario: inteligentemente le abrió las puertas a unos medios que se acomodaron a sus pies. Y para mí, esa fue su jugada más astuta, aunque hoy, esos mismos medios ya le estén volteando bandera. Ni modo, de eso se trata este juego.
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