TRAS LA VERDAD
Juan Martín Granados Torres, con la autorización del gobernador Francisco Domínguez Servién, a 13 días de iniciado el gobierno, reconoce oficialmente la presencia del crimen organizado en Querétaro; un hecho que era conocido de los queretanos desde hace varios años, al menos desde hace 4 sexenios.
¿De qué sirve el que se haya reconocido oficialmente la existencia del crimen organizado en nuestro Estado? ¡De mucho! Al reconocer que existe ese mal, se le debe y puede hacer frente. De lo contrario, si se ignora la existencia, la autoridad se vuelve permisiva e irresponsablemente corrupta, al dejar que la delincuencia haga de las suyas.
Para los queretanos no es desconocido que el “Señor de los Cielos”, Amado Carrillo Fuentes, vivía en Querétaro en la Colonia Colinas del Cimatario, a unos cuantos metros del domicilio del entonces gobernador Ignacio Loyola Vera. Que en el gobierno de Enrique Burgo García, pretendió comprar el estadio La Corregidora y quedarse con Qronos –negocio de inmuebles del gobierno del Estado-.
Que “El Azul”, Juan Esparragoza Moreno, también hizo de Querétaro, su asiento. El mismo “Kike” Plancarte o Héctor Beltrán Leyva. Todos en busca del “paraíso neutral”, donde pueden vivir con relativa tranquilidad, hasta invertir grandes cantidades de dinero en diversos negocio o simplemente en inmuebles.
¿Quiénes controlan la plaza? Se ha dicho que entre varias células del crimen organizado y, siempre y cuando no se pisen unos a otros la convivencia es “armónica”; que no haya mayor violencia para no llamar tanto la atención del gobierno federal y preocupar a la tranquila población queretana.
Sin embargo lo que se venía dando desde hace tiempo, no quería ser reconocido por las autoridades de los últimos cuatro gobiernos –para no mezclar partidos políticos-; unos por ignorantes, otros por temor. El problema que esa delincuencia ha crecido y cooptado a la juventud para el consumo de droga, ese es el grave y delicado problema; que si los secuestros, que si las extorsiones; “pero que no se sepa para evitar pánico”. En los inicios del gobierno que recién terminó, en los patios de la misma procuraduría, en la parte trasera apareció un cadáver que ya se comían los perros y de ello nada se informó, si acaso se dijo que era un indigente. Así no se pudo actuar en la contención de la delincuencia organizada.
Y para agudizar el problema, el mismo exSecretario de Gobierno, Jorge López Portillo Tostado, arribista de gran ignorancia del derecho, no solo desconoció los hechos -que ya era mucho-, amenazaba a reporteros para que no comentaran sobre la inseguridad que se vive en Querétaro, si bien no comparada con otras de extrema violencia, sí con la incipiente violencia que puede crecer si no se le contiene a tiempo. De ahí la importancia del reconocimiento de su existencia por parte del mismo Granados Torres, Secretario de Gobierno.
Quien fungía como Procurador General de Justicia, Arsenio Durán Becerra, buen hombre y académico, pero mal procurador de justicia; propiamente dejó todo en manos de los subprocuradores y su jefa de prensa. Otra razón más del lento pero seguro crecimiento de la delincuencia. Qué decir del Capitán Adolfo Vega Montoto, Secretario de Seguridad Ciudadana, buen hombre y conferencista que prefería ver de reojo lo que sucedía antes de hacer frente a la creciente ola delincuencial. No se les puede acusar de corrupción a estas autoridades, pero sí de negligencia, nunca reconocieron la presencia de la delincuencia organizada, a pesar de las evidencias y detenciones de grandes “capos” que habían hecho de Querétaro, su asiento de negocios.
Detenciones de narcomenudistas, venta de droga, secuestros, desapariciones, ejecuciones, extorsiones, tomas clandestinas de combustible y otros delitos, nunca fueron causa suficiente para que el gobierno anterior reconociera y combatiera a la delincuencia organizada.
Hoy, apenas a unos días de iniciado el gobierno de Francisco Domínguez Servién, su segundo al mando reconoce abiertamente la existencia de la delincuencia organizada en Querétaro. Es un buen comienzo. La limpia en la Procuraduría es otro buen paso, en tanto no se cometan injusticias. Queda pendiente la metodología que utilizarán las fuerzas de seguridad para combatir con inteligencia a esta clase de delincuencia; será una lucha de inteligencias, antes que afrontar y confrontar la violencia. Ya lo dijo un reconocido delincuente: “La prensa es nuestro mejor aliado, nos dice qué hace la autoridad para combatirnos”; “también usamos la inteligencia”. Ahora que, si nuestro Estado es tierra neutral para estos delincuentes, esperemos que eso ayude a que, por sí mismos, muchos de ellos abandonen nuestra tierra sin mayores presiones. El reconocimiento es una advertencia: Sabemos que están aquí. Y tal vez también conozcan lugares de operación. Pero, esa información debe ser confidencial. Los resultados son los que importan.