TRAS LA VERDAD
Con criterio eminentemente empresarial, el presidente de los hoteleros en Querétaro, también se suma a la exigencia de la regulación de los “taxis ejecutivos”, para que puedan competir con los taxis tradicionales; que se abra la competencia para la prestación del servicio de transporte en beneficio del turismo y los queretanos, dijo.
Alberto Barroso, apura a las autoridades. No le falta razón a este empresario, de ahí que los creadores de la iniciativa deberán prever todas las aristas que el reto enfrenta. No es nada sencillo. Sobre todo si se busca crear una legislación de vanguardia.
Como hemos comentado, tanto Uber como Cabify, son empresas trasnacionales que han invadido muchos países ante la falta de normatividad y según el criterio empresarial, todo aquello que no esté prohibido al particular, luego entonces está permitido. Craso error, dado que sí existe legislación para la prestación del servicio de transporte y requiere de permiso o concesión.
Así piensa el Director de Operaciones en México de Cabify, quien asegura que al ser un servicio entre particulares no se trata de una actividad de servicio de taxi y esta actividad no está prohibida; el particular presta el servicio en el auto de su propiedad, por lo tanto, según este criterio, no está prohibido. Y así, los dueños de estas empresas trasnacionales se han apoderado del mercado en varias ciudades de México ¡La era de la digitalización! Estos empresarios realizan estudios de mercado, incluso en comparación con otros países; el nuestro resultó atractivo dado que hay ciudades muy grandes o con mucha población, a diferencia de las europeas, que son ciudades pequeñas y poco pobladas en su mayoría.
Lo peor de todo, que en México han estado trabajando hace varios años y la competencia se ha dado entre estas dos empresas, Uber y Cabify, no importándoles en lo más mínimo los taxis tradicionales. Según datos un “chofer” de estas empresas llega a ganar, cuando menos, 35 mil dólares anuales. En el DF se constituyeron dos organizaciones de taxistas tradicionales que adquirieron sus propias plataformas digitales EasyTaxi y Yaxi para poder competir, aunque estos sí están sujetos a las reglas legales y los otros no.
La violencia que ejercieron los taxistas tradicionales en contra de choferes de aquellas empresas, fue la razón para que las autoridades pusieran atención y preocupación para atender un problema que conocían, pero no se atrevieron a atender. La preocupación urge una rápida solución, sin embargo deberá ser bien atendida en la ley de la materia, incluso una nueva legislación y no algunos “parches” legislativos en la Ley de Movilidad, como algunos han sugerido.
Este servicio de transporte está iniciando su vida por medio de la era digital. Las mismas autoridades podrán tener herramientas precisas sobre todos estos “taxis particulares”, sus rutas, los usuarios, los prestadores del servicio, la fácil identificación de las unidades, incluso cuando se salgan de su ruta y los mismos usuarios con el seguimiento por medio de sus teléfonos inteligentes podrán seguir las rutas y los desvíos. Los mismos turistas podrán acceder a su propio idioma dada la facilidad de la traducción por medio de los teléfonos inteligentes.
La geolocalización será muy sencilla en caso de algún accidente. Ah, pero esta nueva era también obliga a competir no solo por un mejor servicio, también por buenos seguros para los usuarios en caso de accidentes. El usuario y la misma autoridad podrán contar con las fichas de identificación de los choferes, en las que se asentarán digitalmente desde la fotografía hasta el mismo domicilio del chofer. Al menos los datos más importantes para una fácil y rápida identificación para cualquier caso de un mal servicio, incluso sobre hechos delictivos. Los mismos choferes tendrán más seguridad. Un número telefónico en caso de urgencia.
La competencia también se dará en la presentación del chofer, que esté limpio, bien vestido, de buenos modales, debidamente capacitados. Vamos, imponer requisitos para no tener una ley laxa a favor del inversionista y en contra del usuario, como suele suceder hoy en día, en la que obtiene más el concesionario quien solo piensa en las ganancias, sin importarle el buen servicio que deben prestar los choferes, pasando a un segundo término los usuarios del transporte.
Entre tanto, las empresas trasnacionales tranquilamente continúan prestando el servicio sin estar obligados a nada ¿Al menos pagan impuestos o derechos? Al estado y al municipio no, supongo que a la federación tampoco. Otra cosa, la autoridad deberá hacer accesible a los inversionistas el pago de las contribuciones y no pensar que el negocio será para el gobierno con mayores ingresos y empiecen a cobrarle más a los turistas y a cualquier otro usuario del servicio o que los permisos sean exageradamente onerosos ¡Eso no! Todos regulados bajo reglas claras y sencillas estipuladas en la ley. Se abre una puerta de oportunidad incluso para la propia autoridad y debe regular ese servicio para el público cuanto antes. Así de simple y complicado es el asunto de los “taxis” tradicionales.
Héctor B Parra Rodríguez