TRAS LA VERDAD
Este domingo 19 de junio, a las 3:00 horas de la madrugada, autoridades municipales de Querétaro llevaron a cabo la “limpia” de objetos y mercancías del “mercado” de la Alameda Hidalgo. Una vez desalojado el lugar asearon el espacio de los queretanos que era usufructuado por unos cuantos desde hace poco más de 20 años.
Debido a la detención del dirigente de comerciantes y asentamientos irregulares de la Unidad Cívica “Felipe Carrillo Puerto”, Pablo González Loyola Pérez, ex diputado local, ex dirigente del PRD, ex regidor en el Municipio de Querétaro, el viernes 17 de junio, sus agremiados “ahorcaron” la ciudad de Querétaro, Centro Histórico y sus alrededores, apoyados por las autoridades de tránsito que solo atinaron a cerrar más calles sin alivianar el tránsito vehicular, no, los elementos solo se limitaron a “bloquear calles y avenidas.
Varias horas el caos vial se apoderó de la ciudad, muchos automovilistas y choferes, sin saber la razón de del problema, buscaban alternativas para salir del trauma, algunos se encerraron más ante la falta de una dirección de tránsito que alivianara el problema. Al paso de las horas, ya por la tarde el tránsito vehicular se “normalizó”. Nada se supo, solo se pudo deducir que fue la reacción de los “ambulantes” ante la detención de su líder, quien para entonces ya se encontraba en el Centro de Reinserción Social.
Durante la semana se especuló que habría una “limpia” en la Alameda Hidalgo, las autoridades municipales lo negaron. No fue hasta esta madrugada que inició el “operativo sorpresa” para realizar la “limpia”, por supuesto antes de que los comerciantes promovieran juicio de amparo y les concedieran la suspensión provisional que impidiera el desalojos de objetos y mercancías.
Al lugar llegó personal del municipio para coordinar la “limpia”, en tanto que la policía estatal vigilaba los alrededores que fueron cerrados al tránsito vehicular. En grúas se llevaron los carritos que la misma autoridad municipal les dio para trabajar en ese lugar. Al paso de las horas y sin incidentes que lamentar la “inusitada limpia”, se había consumado; todo se llevó la autoridad municipal.
Por supuesto, los comerciantes estupefactos no daban crédito de lo sucedido; no les dieron la menor oportunidad de organizarse. Ahora se quejan de robo de mercancías ¿Cómo demostrarán qué tenía, cuánto tenían, cuál era su mercancía? Nadie tiene facturas, nadie otorga facturas y la mayor parte de la mercancía era ilegal ¿Entonces? La incógnita se apodera de los sucesos.
Haciendo un poco de historia. Los comerciantes ambulantes habían hecho presa la zonza de su área de confort ante la pasividad de las autoridades, la tolerancia los hizo crecer y se desbordaron. Entonces el problema ya era grave y gobernaba Enrique Burgos García 1991-1997. A la salida de la Central Camionera de la zona centro, foco de atracción del ambulantaje en esa área, los comerciantes ambulantes se desperdigaron. Fueron reubicados unos, otros se abalanzaron sobre las calles de la Avenida Corregidora, Colón, Avenida Zaragoza, los alrededores del mercado Escobedo. Diez agrupaciones de comerciantes aproximadamente sometían a las autoridades municipales y estatales. Bastaba poner un “diablito y un guacal de caja de jitomates” y cerrar las avenidas más importantes. Todo era negociación y ceder, ceder para no tener conflictos sociales.
Los eloteros, globeros, índigenas, boleadores, fayuqueros, etcétera, pedían y a todos algo les tocaba. Le tocó la crisis del ambulantaje a la administración del Dr. Alfonso Ballesteros, junto con lo del agua milagrosa de Tlacote, vinieron miles de comerciantes de otros lares ¡Querétaro era tierra de nadie y tierra de todos! Imposible ponerlos en orden, así que diariamente eran jornadas de negociaciones con grupos de comerciantes que se convirtieron en grupos de choque; sin pasar por alto el problema del “Barzón” otro grupo que asolaba a las autoridades judiciales, rapaban a los actuarios, les embarraban miel y plumas; era un caos. Y la floreciente empresa de los asentamientos irregulares se fortaleció para albergar a miles que llegaron de fuera. Muchos frentes de “ataque” y Enrique Burgos no quería problemas sociales, así que todo concedía.
“Líderes sociales” venidos de otros estados se quedaron en Querétaro, como León Chaín, Martín Mendoza Villa, Los Palomo, Juvenal Juárez el “bueno”, Juvenal el “malo”, etcétera. Todo en Querétaro era una industria lucrativa al amparo de la presión de “grupos sociales” que poco a poco se organizaron y crecieron sin control alguno.
En este caos de los años de 1991 a 1997, muchas cosas se sucedieron. El municipio cedió temporalmente el frente de la Alameda Hidalgo, a la organización de Pablo González Loyola y al vencimiento del “convenio”, se procedió a la limpia; pero Pablo se quejó con el gobernador y este ordenó suspender el operativo ya de madrugada. Entonces participaron en la “limpia”, los bomberos –para quitar muchos tanques de gas-, Cruz Roja – para cuidar de los riesgos-, la CFE – para quitar cientos de “diablitos”- y la policía para resguardar la seguridad. Todo fracasó por la queja ante el gobernador.
El gobierno de Ignacio Loyola -1997-2003-, apaciguó en parte los problemas mandando a la cárcel a varios líderes de esas conflictivas organizaciones y así se la llevó tranquilamente sin mayores conflictos, dejando las cosas como estaban. Los dirigentes arropados en los partidos políticos no los tocó.
Ya después llegaría el gobierno municipal de Rolando García que los dejó sin problema alguno; le seguiría Francisco Garrido Patrón, que les dio todas las facilidades para que continuaran, hasta de carritos se les dotó para que no se viera feo. Hasta llegar a crearles su zona de confort cerrada y techada para que trabajaran solo en ese lugar y no se viera feo por las “lonas multicolores” del tianguis que convirtieron en mercado fijo. A los comerciantes de la zona del Hospital Civil y el IMSS, los “montó” sobre el camellón de Zaragoza, para volver fijos a los comerciantes; los colonos de la zona acusaron a Garrido ante la CNDH, quien ordenó instruirle procedimiento de responsabilidad.
A lo anterior debe sumarse el conflicto vial que ocasionaban en esa parte de la Avenida Zaragoza los comerciantes, un carril para ellos y en ocasiones hasta dos; además u pequeño estacionamiento en la lateral de Corregidora. Los acondicionaron las autoridades sin prever el problema que ocasionaron al cual todos nos habíamos habituado.
Así se sumaron más de 20 años para que llegara el “desalojo” de mercancías y objetos: la limpia del lugar. Todos han aplaudido la medida. Sin embargo las incógnitas e interrogantes saltan a la vista ¿Será por la cercanía de los informes de gobierno? ¿Dónde serán reubicados esos comerciantes? ¿Saldrá libre Pablo González? ¿Es represalia por lo del 1º de mayo pasado? ¿Qué harán las organizaciones de comerciantes que se han aliado con grupos radicales de otros lares? ¿Reaccionarán con mayor virulencia los comerciantes o se quedarán quietos ante el temor de ser encarcelados? ¿Faltan más que ingresen a la cárcel? Preguntas aún sin respuesta.
Héctor Parra Rodríguez