LA  AMBICIÓN POR EL PODER Y  LA CORRUPCIÓN

 Por  Eduardo ROLDÁN. Internacionalista, académico, analista político y escritor.

Hoy vivimos una crisis sistémica y multidimensional. Habría  que hacernos una pregunta. ¿Es económica, política, social, ideológica, cultural, sanitaria? La respuesta es que es integral  y multidimensional. Y así se tiene que atajar. Algunos le echan la culpa a la  globalización,  eso sería muy  simplista, el hecho real es  que  ésta no se instrumentó correctamente. No se respetaron las reglas de la globalización. El tiempo apremia, “no se  ha dado solución aún  a los problemas  acumulados del siglo XX, y ya tenemos que enfrentar a los surgidos en el XXI. No debemos perder otro siglo y seguir con el humanicidio”. La sociedad mundial está ávida de un mejor futuro y próspero.

Necesitamos hacer una reflexión profunda sobre la libertad del espíritu y generar una revolución de las conciencias. Así como lo hizo  Marguerite Porete en su libro “El espejo de las almas simples”, antes de que muriera, en 1310,  en la hoguera por hablar de la libertad del alma. Hay que ponerle un alto a los falsos profetas, autócratas  del poder que se creen el “umbilicus mundi”.  Nuestro pequeño tesoro, nuestro “Xiao Bao”, es nuestra libertad. Por ello “silere non possum”, no me puedo callar.

Estoy convencido -como Ingo Swann 1933- 2013- que “las cosas van a cambiar porque la ciencia está  cambiando. Voy  a hablar del futuro porque creo que estamos atrapados en el pasado”. Pero además, porque ya hay una voluntad generalizada de dejar el pasado, al que ya no podemos cambiar, pero si tomar  sólo sus experiencias  buenas y malas, y cambiar el presente para incidir en nuestro futuro. Por una  razón muy simple como lo señalara Luis Brandeis, Juez de la suprema corte de EEUU en 1928: “Hoy en día se da la avaricia por el dinero y un delirio por el poder. El derecho a que lo dejen a uno en paz es el más absoluto de los derechos, y el más valorado por las personas libres”. Tenemos que salir en defensa de nuestra libertad de pensamiento y de  acción.

La pandemia se llevó la globalización mal instrumentada. Julio Ocampo, articulista de El País, con toda razón subraya: “trajo el miedo, despertó un cierto gusto por lo bucólico y subrayó, entre otras cosas, lo que ya estaba escondido entre la gente” la crisis política, económica, social, cultural y  la enorme desigualdad social. En el mundo del multilateralismo la Organización Mundial de la  Salud (OMS) se ha dedicado a dar opiniones no a dar  soluciones. Le faltó liderazgo. Como dijera Woodrow Wilson: “Hay muchas voces de  consejo, pero pocas voces de  visión”. Estamos viviendo guerras comerciales, tecnológicas y biológicas. Esa es la verdad. Hay que hablar claro y en voz alta, proponer ideas constructivas, no callar y no ser sumisos. Sin duda, se tendrán que adaptar lo modelos económicos y productivos prevalecientes,  hasta ahora, a los cambios indispensables que la  realidad social post covid demanda libre  de corrupción.

Es evidente, que hasta ahora no estamos mejor y la pandemia no nos ha hecho más fuertes. La clase política ha perdido calidad y cualidad. Le falta  talante y talento y vocación de  servir. Sólo se han tomado  medias paliativas. Es notorio que los Estados y los gobiernos han carecido de una estrategia definida y transparente. La oposición a nivel mundial carece de proyectos constructivos y alternativos.  Es clara la ausencia de estadistas. Hay falta de  grandeza política. En ciertos momentos parece  que las minorías, por más respetables  que sean, marcan la  agenda pública; se fomenta el enfrentamiento de las instituciones y ello sólo promueve  el debilitamiento del sistema democrático. No hay Estado estratega. La sociedad internacional está ávida de un futuro próspero. Es fundamental frenar a nivel mundial el avance  y fortalecer la contención del COVID-19 y proceder a la aplicación de la  vacuna a nivel universal. Y al mismo tiempo, con políticas públicas claras y bien pensadas, evitar el colapso de las economías y reforzar las infraestructuras para el otorgamiento de  servicios públicos de  calidad y evitar la corrupción.

Estoy de  acuerdo con lo que dijera Jean-Yves Le Drian, ministro de Europa y Asuntos Exteriores de Francia al afirmar  que:  “La pandemia es la continuación, por otros medios, de la lucha entre las potencias y también la sistematización de las relaciones de poder que se veían antes, con la exacerbación de la rivalidad chino-americana”. Ello se evidenció en la lucha por  ser el primero en fabricar la  vacuna contra le  COVID-19 en particular entre EEUU, China, Rusia y Reino Unido. La pandemia de coronavirus puso de manifiesto que EEUU ha perdido su papel de liderazgo mundial. A tal grado que las naciones ricas se  disputan  la obtención del 50% de las potenciales vacunas. A esto le llamaría la pugna por la hegemonía mundial. Por ello, hoy más que nunca el mundo necesita la verdadera cooperación internacional sin precondiciones y sin corrupción.

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