Por Eduardo ROLDÁN. Internacionalista, diplomático, analista político y escritor.
El mundo ha estado en constante convulsión durante los últimos siglos de nuestra era, principalmente, durante el siglo XX y lo que va del XXI. Estamos viviendo un cambio de régimen y de época.
En toda democracia, la gestión gubernamental transversal — hoy llamada gobernanza— supone un diálogo franco y amplio con todos los actores, las fuerzas políticas y sociales. Toda gestión gubernamental requiere de legitimidad, credibilidad, honestidad, una verdadera certeza jurídica, transparencia, distribución equitativa de la riqueza, para seguir creciendo con gobernabilidad. Tomando en cuenta que la educación de alta calidad, el libre comercio y la innovación tecnológica han sido, a través de la historia, los pilares del desarrollo de las naciones.
Aunque México ha avanzado en la educación, persisten muchos resabios con viejas ataduras al pasado. México tiene la obligación de insertarse en la cuarta revolución industrial de la innovación tecnológica. Es fundamental la instrumentación de un sistema nacional de desarrollo autosustentable con valores agregados. Para que la economía mexicana sea sustentable y exitosa en 2030, sus empresas e instituciones deben ser responsables y respetuosas de su entorno. Una forma de garantizarlo es a través de un proceso de certificación que logre que las compañías e instituciones públicas mejoren su desempeño en cuatro ejes: a) su responsabilidad frente a sus trabajadores; b) su responsabilidad con las comunidades donde están insertas; c) su gobernanza, y d) la protección al medioambiente.
En este aspecto, se requerirá combatir el origen de los problemas, para controlar o disminuir los efectos. El dar prioridad al combate de los efectos sólo trae resultados desastrosos, en particular en materia de seguridad. Por ello, se tiene que ver la relación causa-efecto como un todo.
El desafío del gobierno es la gobernabilidad. Ésta es la conditio sine qua non para mejorar la vida social y profesional de los compatriotas, proteger su poder adquisitivo, garantizar la vivienda, luchar contra la corrupción, fortalecer el respeto a los derechos humanos, emprender profundas acciones contra la desigualdad, desterrar la impunidad, lograr el imperio de la ley, transparentar la rendición de cuentas, luchar contra la inseguridad, la inestabilidad social y evitar la degradación del tejido social.
El ascenso de México hacia un estado integralmente moderno y pleno exige el cumplimiento de todas las acciones gubernamentales con base en la legalidad y la legitimidad instalada en el consenso de la colectividad. La gestión gubernamental debe ser transversal supone un diálogo franco y amplio con todos los actores, las fuerzas políticas y sociales. La gestión gubernamental requiere de legitimidad, credibilidad, honestidad, una verdadera certeza jurídica, transparencia, distribución equitativa de la riqueza, para seguir creciendo con gobernabilidad.
La gobernabilidad se sustenta en la legitimidad, en la generación de consensos, la creación de un plan nacional de desarrollo integral y la profundización de la identidad nacional.
En toda democracia, la gestión gubernamental transversal, hoy llamada gobernanza, supone un diálogo franco y amplio con todas las fuerzas políticas y sociales. Insisto: no sólo hay que resolver la cuestión relativa a la productividad y a la competitividad. Reafirmo: la gestión gubernamental tiene legitimidad, pero requiere que se fortalezca la credibilidad, la honestidad, una verdadera certeza jurídica, la transparencia y la distribución equitativa de la riqueza, para seguir creciendo con gobernabilidad.
Lo anterior se logrará si el gobierno logra sostener un vínculo directo y permanente con la sociedad civil, el sistema educativo con la industria en un entorno de seguridad multidimensional nacional.
México es parte de este mundo convulso, pues el deterioro de los gobiernos se agudizó como resultado de “la ausencia o degradación de normas sociales, que ya no son respetadas ni por los individuos ni sus gobiernos”. Esta situación es un gran desafío, pues en el mundo se vive de partidocracias, en democracias sin demócratas, salpicadas de corrupción, que sólo buscan beneficio personal económico y político sin interesarles en lo más mínimo los ciudadanos y mucho menos trabajar por el bien común de la sociedad. A ello se debe que en varios países haya un desencanto generalizado respecto a la democracia.
Ante la barbarie, se debe buscar la consolidación de una sociedad mexicana más justa. Si enfrentamos primero esos desafíos internos, de casa, con seriedad e inteligenciase se logrará un México moderno.