A una semana del accidente, en donde un menor de edad ahogado en alcohol y circulando en sentido contrario por el Boulevard Bernardo Quintana a velocidad inmoderada, provocando con su negligente acción, un choque de frente con otro vehículo, costando la vida de una madre de familia.
El joven asesino, fue detenido por las autoridades minutos después de su loca carrera con consecuencias fatales, con dificultades por el estado en que se encontraba aportó datos de su identidad, datos suficientes para que se presentarán en el lugar del accidente sus familiares.
Aquí es donde inicia la ironía de la justicia, presentado ante una Agencia del Ministerio Público en donde hace del conocimiento de ser menor de edad, dueño de un pase mágico de la impunidad, motivo por el cual solo se le practica examen de integridad y se preparan para remitir a la Agencia Especializada en Justicia Para Menores.
Inexplicable el poder de impunidad del menor, sus familiares se presentan a acreditar la minoría de edad minutos después del accidente, mientras los familiares de la víctima, conocidos abogados, fueron informados de la tragedia ocho horas después.
Al ser consignado a la Agencia correspondiente, cerca de cinco horas después, se le practica el examen toxicológico, con un resultado que favorece al infractor, conducía con aliento alcohólico, calificación que le resulta a favor para que su homicidio quede sin castigo.
Al seguir con una secuela de aberraciones, el agente calificador le permite salir libremente y regresar al camino delictivo sin pago alguno, su pase mágico de impunidad le permite gozar de la libertad a pesar de privar de la vida a una persona, de causar daños, algo increíble.
Una semana después, el expediente es consignado al juez correspondiente, quien cita al menor infractor por medio de sus responsables legales, sus padres, quienes por el actuar de su hijo, es seguro que no conocen la conducta y acciones de su menor vástago, ocho días después la burda justicia que se practica en nuestro estado, llama al asesino a rendir cuentas.
Con que confianza la familia afectada y la ciudadanía esperan un juicio justo hacia un delincuente, si el camino del proceso está plagado de inconsistencias que favorecen al responsable, como definir un homicidio culposo de un menor en estado de ebriedad que conduce a toda velocidad en sentido contrario en una arteria principal a un homicidio doloso de un menor de edad que en estado de ebriedad y en sentido contrario en una arteria principal, buscaba otro vehículo con quien colisionarse.
Esperemos, por la credibilidad de la justicia queretana, que el castigo al menor infractor se dicte apegado a justo derecho y no al poder económico o político, como se dio en el caso de Puente Chapa.