TRAS LA VERDAD
Hace 28 años la señora Claudia Mijangos Arzate, pasó de ser una excelente madre, buena esposa y vecina ejemplar, a homicida de sus hijos. El origen de la brutal violencia, fue la enfermedad mental de la esquizofrenia. Descuidaron su tratamiento.
Una señora venida del norte del país, alta, guapa, quien había participado en concursos de belleza, bien portada; sus hijos en escuela religiosa. Instalaron su domicilio particular en la colonia Jardines de La Hacienda. Todo parecía perfecto.
Muchas historias se tejieron en relación a su persona. Hay periodistas que, desde el fatídico suceso, morbosamente recuerdan desde hace 28 años el homicidio de los tres menores a manos de su propia madre.
En un tiempo me desempeñé como Juez de lo Familiar, por mis manos pasaron varios expedientes en los que familiares de personas esquizofrénicas tramitaban juicios de interdicción, debido a la incapacidad de los enfermos para ser responsables de sus propios actos; por ello los familiares responsables –en dos sentidos jurídicos- buscan la declaración judicial de incapacidad y así designarles un representante legal, un tutor que será la persona que se responsabilice de sus actos con trascendencia jurídica; y el curador para que vigile el buen cumplimiento de la labor.
La señora Mijangos, era esquizofrénica y estaba bajo tratamiento psiquiátrico; requería estar “dopada” para evitar ataques o crisis de su enfermedad mental, actos que pueden llegar al extremo de las acciones que cometió en contra de sus propios hijos; literalmente pierden el juicio.
Quienes tramitaron hace 25 años esos juicios en el Juzgado Segundo de lao Familiar, fueron asesorados responsablemente. Como juez fui testigo del peligro constante que representaban las personas que adolecían de la enfermedad. También fui testigo de dos suicidios de personas con esquizofrenia. Los esquizofrénicos, entre otros rasgos característicos de la enfermedad, dicen escuchar voces que les ordenan hacer tal o cual cosa y pierden el “juicio”; hay momentos en que no reconocen ni distinguen lo bueno de lo malo. La esquizofrenia, fue la razón principal que indujo al homicidio a la señora Mijangos.
Lo lamentable de estas personas –los enfermos-, cuando cometen semejantes actos atroces, es cuando regresa, cuando vuelven a la realidad con ayuda de la prescripción médica. Primero no recuerdan lo que hicieron, después sufren por las acciones que cometieron. Mucho traté a la señora Mijangos, cuando estuvo internada en el CeReSo. En momentos una persona “normal”; en otros fuera de la realidad.
Por eso deben recordarse esos hechos trágicos, deben servir como ejemplo, acicate de lo que puede suceder cuando algún familiar tiene esa terrible enfermedad. Nunca deben olvidarlo, ni descuidarlos y creer que ya no están enfermos. Los psiquiatras, especialistas en el tema, son los profesionales responsables de diagnosticar y tratar la enfermedad.
Los familiares son los responsables de cuidar y en su caso, llevar al enfermo con el especialista, cuidar a sus enfermos para evitar que lleguen a cometer actos deleznables cuando “pierden la razón”; en eso momentos dejan de ser responsables jurídicamente, de ahí la obligación de tramitar juicios de interdicción para conseguir la declaración judicial de incapacidad. Fuera de todo morbo del que fue objeto la señora y su familia, es un caso lamentabilísimo que trascendió las fronteras de nuestro Estado, que destruyó a toda una familia.
Cuando por fin se dieron cuenta autoridades y otros involucrados, constataron la enfermedad mental que adolecía la señora Mijangos. Una vez sentenciada fue trasladada fuera del Estado, para su tratamiento psicológico. Dejó el CeReSo de San José el Alto, en donde estuvo internada una buena temporada. Como ejemplo de las consecuencias que puede generar un enfermo de esquizofrenia, es por ello que resulta oportuno recordar que los esquizofrénicos siempre deben estar atendidos por especialistas ¡No lo olviden!