TRAS LA VERDAD
Hace no mucho el dirigente estatal del PRD, Adolfo Camacho, festinaba el 16 de octubre pasado la expulsión del diputado local Carlos Lázaro Sánchez Tapia, quien se declaró independiente en la LVIII Legislatura.
Sin embargo, en esta semana un grupo de perredistas anunció que siempre no, que la dirigencia estatal no tiene competencia para expulsar a los militantes, por ello Sánchez Tapia, ha recuperado los derechos suspendidos. Así que la Comisión Jurisdiccional del Comité Ejecutivo Nacional, ordenó la restitución de sus derechos políticos al interior del PRD. Lo mismo sucedió con otros 20 perredistas que habían sido expulsados y ahora habrá que reinstalarlos, salvo que se haya refugiado en Morena, para no quedar descubiertos políticamente.
Además, dijeron los inconformes, Adolfo Camacho fue multado por la citada Comisión Jurisdiccional. Además condicionan al dirigente estatal a que realice una disculpa pública, por escrito; y en conferencia de prensa. Lo cual por supuesto no creo que suceda.
La revancha continúa. Ahora los “ganadores”, Carlos Lázaro y seguidores, piden que Adolfo Camacho se separe del cargo de la dirigencia, así como lo hiciera el mismo diputado local; lo anterior con el propósito de que los militantes del PRD puedan transitar a las elecciones del 2018 y tener un partido. Sánchez a su vez afirma que continuará como diputado independiente.
Pero eso no es todo lo que en sí afecta a la militancia del PRD, a su estabilidad como partido; el mismo legislador adelantó que apoya la candidatura de Andrés Manuel López, a la Presidencia de la República.
O sea, los perredistas inexplicable e incomprensiblemente están apoyando a Morena. El PRD inevitablemente seguirá debilitándose hasta morir de inanición, nadie entiende esa dualidad de pertenecer a un partido y apoyar a los candidatos de otro. La lógica política en estos casos resulta incomprensible, sobre todo si no hay coalición electoral de por medio, como lo han hecho en otras ocasiones cuando se unen PAN y PRD, para apoyar a un candidato priista. Estas “locuras electorales” solo se entienden cuando el único objetivo es la consecución del poder por el poder. Sin embargo estos políticos están acostumbrados a lo inaudito e inexplicable de los acuerdos.
Nadie, en su sano juicio, puede entender estas incomprensibles acciones entre militantes de un mismo partido. Y lo mismo está sucediendo en el PRI, cuyo dirigente estatal no quiere sumar a todos los grupos para salir fortalecidos en las elecciones del 2018; no, prefieren seguir siendo el “grupúsculo” perdedor de elecciones ¿Quién los entiende? Si la idea es perder, los inestables dirigentes van por muy buen camino, abriendo puertas a la oposición para lograr mejores objetivos: perder elecciones constitucionales en el 2018 ¿Quién los entiende?