“Frecuencias”.
Sabemos que Donald Trump, según la opinión de algunos psicólogos y psiquiatras, es una persona narcisista, megalómana, acaparador de luminarias, obsesivo-compulsivo, tejedor de alardes estridentes, amenazador y practicante del “bullying” verbal (a quien se lo compra).
Trump surgió ganador, como resultado de la desesperación por parte de grandes sectores de la población estadounidense, sobre todo de aquellos pertenecientes a la clase media, que han visto y vivido consecuencias nefastas de la transformación de la economía mundial y de la globalización. Misma que ha impactado también en las tasas de desempleo y en la desaceleración de la economía del vecino país del norte.
Adicionalmente, Trump supo amalgamar la ira de los desempleados, de los “nacionalistas” o de los “enemigos del Islam”, de aquellos que pensaron que los Estados Unidos de América renunciaron a su fuerza militar.
No se diga del apoyo de los racistas, como los pertenecientes al grupo “Ku Klux Kan” (KKK), de los xenófobos y de los denominados fundamentalistas o ultraconservadores de su Partido Político Republicano.
En suma, Donald Trump catalizó y supo explotar muy bien la rabia y el coraje de la disparidad de aquellos de los que menos tienen.
Otro de los rasgos de la personalidad, así como de su ideología, sin duda es, que se hace pasar por conocer y destacar y demoniza unos cuantos temas, a saber problemas migratorios fronterizos, del comercio desigual y deficitario con relación a México y la renegociación del Tratado Trilateral de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN).
Eso demuestra la ineptitud de diversos tópicos de interés para su nación, como el de Política Exterior, su marcada ineptitud para la reflexión crítica se acompaña su escaso repertorio para externar vocablos; es casi monosilábico.
A Donald Trump se le identifica como persona fanática, con corazón y cerebro cerrados al diálogo, al juicio; su pensamiento es monolítico; este es el presidente cuyos votos del Colegio Electoral norteamericano eligieron como presidente de una nación que se ha jactado ser el ejemplo de la “democracia”.
Él piensa de manera “cavernaria”, ya que la única religión que debe prevalecer en ese país es la que congrega a la raza caucásica, es la “única y verdadera”, por encima de otras.
Es impensable que únicamente la nación estadounidense sea la más grandiosa; no es un territorio colmado de algo especial, no son una raza, se conforma de amplias y variados tipos de razas; en síntesis, los Estados Unidos de América, no son una raza especial.
Su exceso de nacionalismo le impide pensar y actuar como ser humano racional íntegro.
En cuanto a sus exabruptos, Trump no sólo ha generado incertidumbre financiera en nuestro país, con los vaivenes y caídas del peso en su relación cambiaria con el billete norteamericano, sino también se ha reflejado en las bolsas de valores de Nueva York; en Wall Street también ha repercutido desfavorablemente las bravuconadas y amenazas que le ha proferido a México, como son la construcción del muro fronterizo y renegociación del TLCAN a favor de la posición e intereses de su país. Además con el registro en el alza en los precios del oro y en movimientos constantes hacia la baja de las acciones bursátiles.
Otras amenazas y que a México le ha traído enseñanzas al vapor se deriva de los zarandeos provocados a nivel regional en varias partes del mundo. Resultado de las acciones y actitudes arrogantes, como las adoptadas en su desinterés por que Estados Unidos no se interesó en ratificar el Acuerdo de Cooperación Económica, conocido como TTT (por sus siglas en inglés).
De esa manera, naciones como México y Chile buscarán por su lado incorporarse y generar sinergias a nivel bilateral y multilateral en otras regiones del mundo.
Ya estando alertas, nuestros gobernantes han decidido apartarse de la zona de confort y del “aquí no pasa nada”. Pareciese que ya estamos cargándonos de energía positiva, por fin, ha aflorado el espíritu guerrero y luchón del mexicano dispuesto a salir adelante.
Por su parte, el presidente Enrique Peña Nieto se “armó” de valor y ante las amplias manifestaciones de inconformidades de parte de la población mexicana, fruto del incremento en los precios de las gasolinas y las consecuentes repercusiones en la economía familiar, apenas “le cayó el veinte” por iniciar acercamientos con algunos países, a fin de establecer Acuerdos Comerciales.
De manera paralela, Peña Nieto, en días recientes y “al vapor”, puso a trabajar a los Consulados mexicanos ubicados a lo largo y ancho de la unión americana para que efectúen labores como “Defensores de Oficio” y defiendan a nuestros connacionales que estén dispuestos a iniciar los procesos de internamiento legal y formal a territorio norteamericano y puedan continuar con sus respectivas vidas académica y laboral.
No olvidemos que esa amenaza de expulsar de suelo norteamericano a poco más de 2.5 millones de mexicanos indocumentados traería serias repercusiones económicas para México; reinsertarlos a la dinámica económica y al proceso de incorporación cultural de los famosos “dreamers” que alcanzan los 750 mil jóvenes de origen mexicano que crecieron y se educaron en la unión americana no será nada sencillo para nuestro país.
Todo lo anterior transcurre ante la serie de presiones que al interior de esa nación se presentan contra las inhumanas medidas migratorias, aprobadas por el presidente Donald Trump.
Repudio interno.
Las manifestaciones que se presentaron a partir de la toma de protesta al cargo de presidente de Estados Unidos de América, en días posteriores también tomaron forma constante -desde el pasado sábado- con sendas marchas en los principales aeropuertos de ese país, como el John F. Kennedy (Ciudad de Nueva York); O´Hare (Chicago), Logan (Boston), en Dallas, Seattle y Atlanta, entre otros más.
Ese mismo sentir ha estado presente en otras naciones de Europa, donde por cierto, el Consejo Europeo ha declarado recientemente al presidente Donald Trump persona “non grata”, al tiempo que le considera como “una amenaza a la Seguridad de Europa”, por el hecho de que Trump ha mencionado que está dispuesto a que su país deje participar en la OTAN (Organización del Atlántico Norte). Además, de su estrecha cercanía personal con el primer ministro ruso, Vladimir Putin.
Ejemplo específico lo encontramos en el rechazo de los trabajadores de la empresa Harley Davidson que presionaron a sus directivos para que Donald Trump no acuda este jueves a la planta ubicada en Milwakee, en señal de repudio a sus políticas segregacionistas.
No se diga de las voces de protesta de directivos de importantes empresas norteamericanas como son: Netflix, Google, Ford, entre otras más, que discrepan de la cerrazón comercial y de las políticas migratorias, por demás discriminatorias de Trump; le acusan de suspender el ingreso de refugiados y del veto temporal (por cuatro meses) de las visas de ciudadanos procedentes de siete países árabes (Siria, Sudán, Yemen, Libia, Irán, Irak y Somalia), cuya principal religión es la musulmana.
Por si no fuera poco, también buena cantidad de diplomáticos de carrera de pertenecientes al Departamento de Estado (su similar en México es la Secretaría de Relaciones Exteriores) están por presentar su posición formal en la que disienten de la actual administración, ya que –según ellos- “eso traerá consigo serios impactos para la política exterior estadounidense”. Esto último es derivado de la firma del Decreto o Acta Ejecutiva presidencial denominada “Proteger a la Nación de la Entrada de Terroristas”.
Como efecto directo de la presión y resonancia social que en el ámbito interno y externo ha causado ese veto migratorio encontramos las “Suspensiones de Emergencia”, avaladas por un Juez de la Corte Federal de Brooklin, en la Ciudad de Nueva York, mismo que le concedió a los ciudadanos de las siete naciones antes mencionadas e incluidos en la prohibición presidencial y evitar que sean deportadas.
Algo similar ocurrió en la Ciudad de Boston, donde jueces federales ordenaron el pasado domingo que los agentes no podrán detener a ninguna persona con base en el Decreto presidencial firmado el viernes anterior.
Lo extraño es que no se encuentra en la lista ninguna de las naciones (Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Líbano), de las que procedieron los secuestradores de aviones que hicieron posible la ejecución de los atentados de las torres gemelas (que sumaron poco más de 3 mil personas muertas) y del edificio principal del Pentágono, ubicado en las afueras de Washington, DC, hechos acaecidos el 11 de Septiembre del 2001.
Lo cierto es que la serie de traspiés de la incipiente administración encabezada por Donald Trump le traerá fuertes dolores de cabeza al grueso de la ciudadanía y a muchas empresas estadounidenses que no ven con muy buenos ojos la renegociación comercial del TLCAN.
Pongamos una serie de ejemplos, por cada 100 empleos que una empresa de aquella nación crea en el exterior, se generan 250 en su propio país. Eso se debe a que existe una fuerte interconexión, dado que integran sus cadenas de producción; aquellas que no crean plantas fuera de su territorio no son verdaderamente competitivas.
En caso de que se lleguen a cerrar en México algunas empresas norteamericanas, el efecto sería nocivo para el industrial y consumidor de esa nación, ya que el costo de los productos se elevaría desde un 30 al 40%, perjudicando así al mercado estadounidense.
Los costos, la calidad de mano de obra, la integración empresarial, la logística y el transporte hacen que la diferencia sea importante en todo el proceso productivo.
Además, se pondría en riesgo el encarecimiento de productos y cerraría la competitividad de las empresas de aquella nación trayendo pobres resultados en el empleo y repercutiría en los poco más de 325 millones de sus compatriotas.
No es fácil que por un plumazo presidencial se haga a un lado el ritmo y avances del TLCAN. Las adecuaciones que se le hagan a éste tendrían que ir de la mano en el énfasis del contenido regional, en tanto que las cadenas de producción se encuentran ligados y con alto grado de interdependencia.
Para Estados Unidos, México es el segundo mercado de exportación y su tercer socio comercial, después de China y Canadá.
El comercio bilateral México-Estados Unidos al mes de Septiembre del 2016 ascendió a los 354, 300 millones de dólares. Además, de cada peso o cada dólar que México exporta a Estados Unidos, 40 centavos son de insumos norteamericanos. Para los canadienses, son cerca de 25 centavos; el promedio ponderado asciende a los 32 centavos.
No sólo vendemos los unos a los otros, sino que también producimos de manera conjunta.
A guisa de conclusiones y con la finalidad de que salgamos mejor librados del efecto de la probable renegociación o, más aún, de la salida unilateral del TLCAN, a México le convendría asumir algunas de las ideas recién expresadas por Carlos Slim Helú y son: a) Fortalecer el mercado interno y defender la Inversión Directa mexicana, que representa el 85% de toda la inversión de este tipo; b) Generar una política económica que impulse el desarrollo nacional que considere políticas fiscales y monetarias, a fin de fomentar la inversión y el empleo; c) Instrumentar verdaderos y modernos programas de sustitución de importaciones, d) Crear más infraestructura urbana y de vivienda; e) Fomentar más el consumo de lo que se produce en México; f) Incrementar las actividades que generen empleos en tecnologías de la información; g) Modernización de empresas.
@JROLDANA