“¿Se avecina el surguimiento de un nuevo caudillo mexicano?”

Aquiles Boy-Fasty.
Antes de dar inicio a esta colaboración quiero aclarar a los lectores (y seguidores empedernidos de AMLO)que no soy chayotero, ni traidor, o ignorante, ni mucho menos neofascista o canalla -por no aplaudir y callarme ante los crasos errores suyos y sí por discrepar en algunos temas- en los que a lo largo de su campaña para la presidencia de la República Mexicana, el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador ha estado incidiendo.
Los anteriores epítetos han sido propalados por el mismo López Obrador a cuanta gente ose opinar en contra de sus “políticas de gobierno”.
¿Qué evaluar de lo realizado hasta ahora por el régimen de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, cuando ya nos aproximamos a los tres meses en que éste tomó protesta de su cargo como presidente de los Estados unidos Mexicanos?
En realidad son muy pocos los aspectos positivos en los que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha incurrido para  encauzar a buen puerto el rumbo de nuestro país, salvo el empoderamiento de los llamados “Ninis”(Ni estudian ni trabajan), para quienes el gobierno federal, junto con las empresas ofrecerán un salario a fin de que sean capacitados y estén en condiciones de conseguir un empleo digno; otro punto favorable del tabasqueño se refleja en el apoyo económico a las personas de la tercera edad y que habiendo cumplido los 68 años de edad gocen de una ayuda bimestral, eso es mediante el programa denominado “68 y Más”.
Por el contrario, más adelante destacaremos en todo aquello en lo que ha incurrido y sobre todo, para mal.
México es una nación donde aún prevalece el agudo y desigual nivel de ingresos.
En este país, el sector más rico -equiparable al 10% de la población- le corresponde el 21% de los ingresos y el 10% de la gente  más rica concentra el 64.4% de toda la riqueza del país.
Entre los años 2007 y 2012, la riqueza de los multimillonarios mexicanos acumuló el 32% y excede las grandes fortunas de otros similares ubicados en el resto del mundo.
En contraste, tenemos que mientras el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita crece a menos del 1% anual, la fortuna de los 16 más acaudalados mexicanos se multiplica por cinco.
En el año 2002, la riqueza de éstos representó el 2% del PIB; para el 2014 dicho porcentaje subió al 9%.
Como se aprecia, la concentración de la riqueza y del poder económico en un puñado de actores dominantes es de mayúscula perversión, que en verdad, lacera en mucho a nuestra nación.
Para finales de este mes de febrero, el régimen de AMLO aún no da color de buen desempeño; sus improvisadas actuaciones y comentarios externados públicamente, no sólo en las ruedas de prensa matutinas y en sus acostumbradas giras realizadas al interior de la República Mexicana, al igual que la de sus colaboradores más cercanos hacen que suenen alarmas de que el pueblo de México podría encontrarse, de seguir actuando así, a una incertidumbre y falta de rumbo de la nación.
El presidente no actúa ni se muestra como verdadero estadista, en cuanta oportunidad tiene aprovecha para desacreditar a quien, desde su arcaica y malévola óptica considera ser “reaccionarios, fascistas y de estar contra de él” y de su trillada “Cuarta Transformación”; que por cierto mucha gente desconoce acerca de lo que ésta contiene y del significado real de dicha “Cuarta Transformación”.
Esto forma parte de la desgastada propaganda política, similar a las que en las dictaduras populistas, como las de en vida del dictador Teniente Coronel venezolano Hugo Chávez y del actual  Nicolás Maduro, que han sido fiel copia de las instauradas en Cuba con los corruptos y dictadores militares de los hermanos Castro Ruz, en principio con Fidel, a la muerte de éste por Raúl.
Algo similar sucede con los ex guerrilleros e izquierdistas, que dicho sea de paso, viven como si fuesen grandes empresarios, expropiaron grandes haciendas y latinfudios para su propio beneficio personal me refiero a los hermanos Daniel y Rafael Ortega en Nicaragua; todos ellos han liderado a un club de zafados, de insanos líderes políticos-militares que se han eternizado en el poder de sus respectivas naciones.
Recordemos que los pueblos no esperan pacientemente, ni mucho menos comen de la lectura de los incendiarios y manipuladores discursos, ni mucho menos de las pérfidas arengas que incitan y fomentan la polarización y la división de la ciudadanía, más bien magnifican el odio interno, tal como ha estado ocurriendo en Cuba, (desde hace 60 años), en Venezuela, con 20 años cumplidos de mentiras y de oprobiosos engaños para el pueblo; no se diga con los dictadores de la familia Ortega, en la Nicaragua de Sandino.
En esas naciones se encarcela y vilipendia a los opositores de los gobiernos populistas y autócratas; esperemos que en nuestro país no se llegue a esa espiral perversa y negativa en contra de quienes esgrimen razones en contra de los dictados de AMLO.
Recordemos que los líderes y caudillos populistas embonan bien con la presente y mediocre actuación de López Obrador en tanto que el desempeño  de sus acciones muestran engañosas propuestas que contrastan radicalmente con lo que piensan y hacen.
En ese proceso se advierte cierto caos  y lo reflejan involuntaria o descaradamente donde el común denominador se muestra en la desinformación e improvisación, aunado a la falta de experiencia de muchos de sus cercanos colaboradores.
Al parecer, en México, sólo lo pronunciado por López Obrador es válido y cierto; por el contrario, otras opiniones no son consideradas.
“ABRAZOS Y NO BALAZOS”.
En vez de reducir los índices de violencia, de corrupción y victimización, éstos se agravan y afectan en gran medida a los hogares y empresas. Por ejemplo, en la Ciudad de México para diciembre del año pasado ésta registró un crecimiento de poco más del 51% de homicidios, en relación al mismo mes del año 2017.
Por otra parte, en un afán de presentarse como el Poncio Pilatos de la política, López Obrador pretende desentenderse y no castigar a quienes furtivamente y en gran medida han delinquido; ya que al parecer, él perdonará los grandes actos de corrupción percibidos en su incipiente administración de gobierno -tan sólo en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público actual, más del 82% de las compras se han efectuado mediante el método de la designación directa, Sin Licitación pública- y de los múltiples crímenes llevados a cabo por los diferentes grupos de la delincuencia organizada serán absueltos y no se procederán contra quienes resulten responsables. Él mismo señaló que prefiere “Abrazos y No balazos”. Aunque también desconcierta al señalar…”somos partidarios de la no violencia y no quiero saber más”. Cuando no le conviene en meterse en embrollos y no pronunciarse al respecto,prefiere salirse por la tangente.
Pese a ello, a López Obrador le encanta decir en público la frase ya muy trillada:…”al margen de la Ley nada, por encima de la Ley nadie”. O sea, sí o no; ni Cantinflas en sus mejores tiempos de cómico se expresaba tan impreciso.
“Al diablo con las instituciones”.
Con la anterior y lapidaria frase externada por AMLO en el zócalo capitalino en una de las ocasiones en las que fue derrotado durante una de las anteriores campañas para la presidencia de México y ya más entrados en el tema y que esta ocasión nos ocupa mencionaremos que entre otros asuntos más Andrés Manuel López Obrador se ha destacado desde el primero de diciembre y a la fecha por discrepar y ridiculizar a las instituciones autónomas del estado mexicano como son el INAI, el INE, INEGI, el mismo Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INAEE), la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Comisión Nacional de Hidrocarburos, entre las más importantes; tal parece que obedece a que las presidencias de dichas instituciones no le son proclives al 100% del servicio de AMLO.
Las obtusas y empecinadas decisiones de López Obrador en contra de la presencia activa de los órganos reguladores son para aniquilar a las instituciones democráticas y que, en cierta medida, han servido de equilibrio en México.
De esa manera, observamos que históricamente se replica el ancestral y perverso presidencialismo, nos referimos al de Luis Echeverría Álvarez (LEA), José López Portillo y de otros más; pareciese que el pretenso caudillo de MORENA desea permear y “mandar al diablo a las instituciones” de nuestro país.
A  esta fecha, la ciudadanía mexicana no ha visto encarcelado a un sólo corrupto, llámese de los conocidos como huachicoleros y que han generado mucha sangría a las finanzas de Petróleos Mexicanos (Pemex) y del fuerte des-abasto en varias entidades de México, o de los escandolosos fraudes por los multimillonarios desvíos en esa empresa paraestatal.
La ciudadanía desea sentir, tener y gozar de la confianza en las políticas del gobierno federal.
A toda costa hay que ponerle un alto a la polarización social y al enfrentamiento estéril; debemos y eso se espera por parte del gobierno federal, que contemporice en medio de los normales disensos, a fin de que convivamos en armonía y respeto.
Tan sólo recordemos que en cuanto el presidente mexicano recibe críticas relacionadas con los raquíticos y malogrados programas de gobierno, de inmediato el ejército de personas pagadas a la manera de trollers (y bots) reaccionan para empuñar el látigo del desprecio y de las desparpajadas respuestas viscerales; no omitimos mencionar que AMLO acostumbra contestar así: “no politicen los temas”, así o más es la mecha corta del gobernante tabasqueño.
Para muchos de nosotros, AMLO hace oídos sordos de las críticas u observaciones que realizan los representantes de los diversos sectores productivos; al grueso de la gente no se le escucha, ni se les toma en consideración.
Es necesario conocer acerca de lo que sucede con el gasto social, dónde se incrementa, también de la cancelación de programas y sus posibles efectos colaterales; además de la escrupulosa observación y transparencia de las reglas de operación de los programas sociales.
AMLO y casi desde el inicio de su administración de gobierno se ha destacado por sus constantes pleitos contra los órganos autónomos.
Nos encontramos inmersos en una inercia económica de bajo crecimiento, se estima difícil se presente un cambio con la presente administración lópez obradorista, al menos para los próximos meses.
La gente espera acciones concretas, efectivas y con estrategias a largo plazo; no desea la ruin improvisación.

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