“Frecuencias”.
“Dadme a vuestras masas cansadas, hacinadas, que ansían respirar en libertad, el desamparado desecho de vuestras rebosantes playas. Enviádmelos, a los desamparados, sacudidos por la tempestad; yo mi faro a junto a la puerta dorada”. (Versos del poema célebre de Emma Lazarus; 1883. “The New Colosuss” (“El Nuevo Coloso”). Mismos que aparecen inscritos en 19003 en la base de la “Estatua de la Libertad”, donada por el gobierno y pueblo francés, misma que está ubicada en la “Isla Ellis”; Nueva York.
Estados Unidos de América (EUA) es una nación caracterizada y compuesta por contar con un amplio crisol de culturas y de población multilingüe, cuyos antecedentes –en general- son resultados de la migración internacional.
Ésta última es una preocupación, caracterizada por las recurrentes guerras y crisis económicas de las naciones y sobre todo, por razones humanitarias; no cabe duda, Estados Unidos es una nación de migrantes.
Según datos del Censo norteamericano, para el año 2010, habían 308 millones 745, 538 habitantes, para el 2000, EUA contaba con 281.4 millones de personas.
Ahí se encuentra la población carcelaria más grande del mundo, sobrepasa a la suma de 35 naciones europeas juntas.
De acuerdo con datos registrados en la publicación oficial (U.S. Prison Population), para el año 2014 habían 2 millones 306 mil 202 personas encarceladas en prisiones del vecino país del norte, es decir, habían 698 presos por cada 100 mil habitantes; de esa cantidad, poco más de 25 mil eran de origen latino, en mayor proporción mexicanos.
A nivel internacional le seguían Rusia (446 presos por cada 100 mil), Brasil, con 301, Australia con 151, España (139), China (119), Canadá (106), Francia (100), Dinamarca (61), Suecia (60) e India (30).
En contrapartida, en México –para el 2015- existían 194,977 presos internados en cárceles estatales (varoniles, femeniles y mixtos).
En la unión americana hay 25% del total mundial de personas privadas de su libertad; ese sistema le cuesta anualmente al ciudadano estadounidense que paga impuestos el equivalente a los 80 mil millones de dólares.
Según lo manifestado por el entonces presidente Barack Obama (16 de julio de 2015), en su país, existe desproporción de penas con relación a los delitos cometidos.
En gran parte se debe a la ola creciente de campañas políticas –en los ochenta y noventa- en la que se prometía mayor dureza contra el crimen.
Y que diera forma a la generalización en esa nación, de la denominada “Ley de los 3 errores” (“Three Strikes”), la cual impone mínimas penas para reincidentes y a la tercera condena implica en la práctica, encarcelamientos por varias décadas, tan sólo para el caso de los delitos menores.
El número de personas presas en cárceles privadas contratadas por el gobierno federal aumentó 945% entre 1994 y el 2014, de 3,828 (1999) a 40,017 (2014). La cantidad anual que le pagan a esas instituciones particulares asciende a los 3 mil millones de dólares. Y sigue en aumento, gracias a los Centros de Detención de Indocumentados.
Luego entonces, el negocio carcelario es importante área comercial.
Para el 2009, había poco más de 250 mil encarcelados relacionados con las drogas (Census.gov Bureau of Justice Statistics. National Corrections Reporting Program and National Prisoners Statistics Program).
A finales del 2010, la población de hombres en prisión (de raza blanca) era de 500 por cada 100 mil habitantes; a diferencia de aquellos de habla hispana, que se aproximaba a los 1 mil por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, la población de internos de rasgos afroamericanos era de poco más de 3 mil por cada 100 mil.
Por el contrario, en cuanto a las internas (para el 2010), de origen caucásico (blancas) ascendía a 50 por cada 100 mil habitantes; las de lengua hispana eran cerca de 80 por cada 100 mil, las afroamericanas sumaban 140 por cada 100 mil habitantes.
Cabe mencionar que en el apartado de presos relacionados con drogas (para el 2004), el 23% de encarcelados era de origen hispano; poco más del 26% correspondía a los afroamericanos y un 17% a los blancos.
Además, como parte del endurecimiento de sentencias y derivado de la lucha contra las drogas sostenida en esa nación, se aprobaron Leyes que incrementaron el tiempo de condenas por delitos relacionados con el consumo y tráfico de estupefacientes.
Otro de los aspectos que también propició el aumento en el número de presos que permanecerán encarcelados el resto de sus vidas se debe a la reincidencia de sus faltas; en el 2012 había 160 mil personas reincidentes y que regresaron a prisiones. Para ese año, el número de presos que cumplía cadena perpetua ascendía a 159,520 seres humanos.
Otro dato por demás significativo es el hecho de que la cantidad de personas detenidas en prisiones y cárceles por delitos vinculados con drogas, para el año 2014 observó lo siguiente: en cárceles estatales ingresaron 208 mil reclusos, las prisiones federales registraron 96,500 presos y en cárceles privadas habían 183,900 detenidos.
Para el periodo 1985 al 2014, el gasto total en prisiones sumó 55 mil millones de dólares.
Cabe destacar que los inmigrantes indocumentados, contrario a lo que Donald Trump ha señalado, son los menos propensos a delinquir en territorio estadounidense, registran menores tasas de criminalidad que la mayor parte de pobladores oriundos de ese país.
Pese a que se encuentran expuestos a dificultades para su proceso de asimilación a la cultura anglosajona y de residir en vecindarios donde existen altos índices de violencia y pobreza.
Para el 2010, un estudio publicado por el American Inmigration Council describía que los hombres pobres estadounidenses cuyas edades fluctuaban entre 18 y 39 años tenían un índice de encarcelamiento de 10.7%, frente al 2.8% de los nacidos en México y el 1.7% de aquellos que nacieron en Guatemala y El Salvador.
Bien podríamos mencionar que quienes deciden emigrar a EUA lo realizan escapando de ambientes de crímenes, son respetuosos de las leyes de ese país y no desean exponerse a ser detenidos, ni mucho menos castigados en otra nación; ya que su verdadera y única intención es la de contar con la oportunidad para establecerse y ser productivos, en vista de que no lo pudieron lograr en sus países de origen.
Más aún, la presencia de inmigrantes indocumentados reflejan fuertes lazos de familia, donde permea y sobresale la estructura de autoridad paternal, que sirve de cimiento y se acompaña, en gran medida, de ejemplar ética del trabajo; elementos que sirven para disminuir influencias criminales.
En síntesis, las absurdas y por demás simplistas ideas, hasta el cansancio expresadas por Donald Trump, en cuanto a que la población de inmigrantes contribuyen al aumento de los índices delictivos, sobre todo, los relacionados con delitos de drogas es inconsistente e incongruente, de acuerdo con la realidad delincuencial de la nación que él preside y forma parte de una serie de esquizofrénicas “ideas zombies”.
Hay que mencionar que el sistema carcelario estadounidense, a nivel mundial, ocupa el 25% del total de las personas encarceladas; con un 5% de la población de todo el planeta y le cuesta al país de “las barras y las estrellas” erogar poco más de 80 mil millones de dólares al año en ese sector. La población carcelaria de ese país está conformada de la siguiente manera: el 60% de presos son negros (afroamericanos) o de origen hispano; un negro de cada 35 está preso, uno hispano de cada 88 y un blanco de cada 214.
En síntesis, el 40.2% de la población carcelaria son afroamericanos; 1 de cada 3 presos son negros; ahora hay más negros encarcelados que en la época de la esclavitud (en 1850).
Una serie de datos importantes, a los excarcelados estadounidenses se les niegan muchos servicios en su propio territorio, como el No votar, no reciben estampillas alimenticias, les niegan créditos hipotecarios, no se les permite redimirse completamente. Los hacen sentirse como unos apestados.
Recordemos que en su campaña política, Donald Trump señalaba que “sería el candidato de la Ley y el Orden”; similares comentarios utilizados por sus antecesores del mismo Partido Republicano, Richard M. Nixon, y Ronald Reagan. Esto es bien aplicado a cualquier manifestación pública, sobre todo en las que participan la población negra, que desea reivindicar las protestas, por muertes propiciadas por elementos policíacos que se han excedido en el uso de la fuerza.
Mucho tendrán que ocuparse y actuar en los Estados Unidos de América en ese sector carcelario.
@JROLDANA