“Vino queretano trasciende fronteras”   Jesús Roldán Acosta

“Frecuencias”.

“Una comida sin vino es como un día sin Sol”.

 En México, la viticultura inició con la llegada de los españoles y floreció más en la Nueva España, de esta zona el cultivo de la vid se propagó hacia Argentina; Chile y Perú y posteriormente en el Siglo XVII hacia el Norte, hasta el estado de California, en la unión americana.

La práctica de la viticultura mexicana se originó en el año de 1526, 34 años después del descubrimiento de América (1492).

En 1526 se le ordenó a cada colonizador que plantara 10 vides por cada uno de los indígenas que habitaran en su zona.

Cuando los frailes Jesuitas llegaron a Baja California, éstos impusieron la tarea de plantar uvas en cada Misión religiosa; de esa manera los desiertos se transformaron en las regiones de cultivo y de civilización.

Sus excepcionales condiciones para la vitivinicultura convirtieron a Baja California en una de las más importantes cultivadoras de vid.

Cabe señalar que por órdenes de Hernán Cortés, en la Nueva España se plantó por primera vez la “Vitis vinifera”. Los viñedos se multiplicaron con rapidez, en la medida de las necesidades de los propios colonizadores.

Fue en la época del General Porfirio Díaz cuando se reinició el interés por esta actividad; se trajeron sarmientos de variedades europeas, mismas que fueron plantadas primordialmente en la zona central de México: Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes.

El territorio mexicano actualmente cuenta con la presencia de las siguientes vinícolas: La Laguna (Coahuila); Saltillo (Coahuila); en Chihuahua hay 6 o 7 pequeñas vitivinícolas; San Juan del Río, Ezequiel Montes y Tequisquiapan (Querétaro); Guanajuato (entre Querétaro y este estado a lo sumo cuentan con 1 mil hectáreas de uva); Hermosillo y Caborca (Sonora); Aguascalientes; Zacatecas y la parte de Baja California Norte (San Vicente, Ojos Negros, Valle de Guadalupe y Ensenada), en esta última entidad se encuentra la extensión más grande de nuestro país donde se produce vino de mesa.

En general, en México se cosechan uvas finas destinadas para el vino de mesa, ejemplo: Chenin Blanc; Chardonnay; Semignon; Cabernet Sauvignon; Merlot; Tempranillo; Malbec; Pinot Noir, entre otros. Por cierto, los vinos mexicanos destacan en los Concursos internacionales.

Si bien la cultura del vino de mesa en México es incipiente, el promedio del consumo anual per cápita no pasa la cantidad de 750 mililitros. Es muy baja, con relación al promedio por persona de los habitantes europeos, la cual asciende a 55 litros anuales.

En nuestro país se venden 12.7 millones de botellas de vino dentro del mercado nacional.

La facturación anual asciende a 42 millones de dólares y 11 millones de dólares de impuestos directos derivado de la venta se reflejan en el pago que los empresarios del vino efectúan ante el SAT por las elevadas tasas impositivas del IEPS y del correspondiente IVA. Adicionalmente, esa industria emplea de manera directa 3,400 empleos y otro tanto de empleos indirectos.

En la actualidad se exporta vino mexicano a 25 países: Estados Unidos de América; Japón; Alemania, Italia; España; Francia; Inglaterra; Canadá, entre otros más.

Además, se importa un promedio semestral de 14.4 millones de botellas.

Para este año, el consumo de vino en México sumará 48 millones de botellas de vino. Con ello, la participación del vino mexicano asciende al 25% más, o menos. Podría aumentar el consumo anualmente en un 12% durante los próximos cinco años.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los vitivinicultores mexicanos se relaciona con el considerable impacto al vino nacional de la tasa impositiva del 25% del IEPS, además de que para que esos empresarios productores salgan financieramente mejor librados tendrían que recibir subsidios a la plantación de los viñedos.

La actividad vinícola de Querétaro aumenta a un ritmo anual que varía del 15 al 20%; actualmente el vino queretano se produce en un área aproximada de 500 hectáreas. Además se procesan 16.6 millones de kilos de uvas al año.

En el estado de Querétaro se encuentran todo tipo de empresas vitivinícolas, como aquellas que producen anualmente poco más de 2 millones de botellas de vino (el caso de la española Cava “Freixenet”), caracterizada por dedicarle el 70% de su producción para la exportación a Japón y a Europa; el 30% restante se consume en territorio mexicano.

Hay que destacar que en el estado de Querétaro hay 10 productores con etiquetas de vino y existen 23 empresas Asociadas a la Asociación de Productores de Vino de Querétaro presidida por Ignacio Calderón. Que en total suman un total de 50 etiquetas de vinos.

Después de Baja California, Querétaro ocupa el segundo sitio nacional.

En la zona correspondiente a Tequisquiapan se localizan importantes casas vinícolas mexicanas, tales como: Viñedos “Los Rosales”; Vinícola San Patricio; Vinícola Tequisquiapan; Vinícola “Hoja de Parra”; Viñedos “Los Rosales”; Vinícola San Patricio y Vinícola Tequisquiapan.

Con ello nuestra entidad federativa, -en cuanto a volumen-, se ubica como la principal exportadora de vinos de mesa del país y el segundo productor de vino en México. En cuanto a volumen.

Tanto la producción de vinos de la Cava “Freixenet” como de “La Redonda” datan de la década de los setenta.

Por otro lado, tenemos a los Viñedos “La Redonda”, de la familia Bortoluz, como la productora “Viñedos Azteca”, propiedad del ingeniero Jorge Ferreira, caracterizadas como las de muy buena aceptación entre el público conocedor del buen vino; después de la marca “Freixenet”, como las que gozan  gran presencia y gozan de muy buen prestigio por la calidad del vino que producen.

Viñedos Azteca se encuentra a menos de un kilómetro de Cavas Freixenet; a sólo 10 minutos de la localidad de Bernal y a escasos 20 minutos de la cabecera municipal de Tequisquiapan; en la carretera San Juan del Río-Cadereyta (kilómetro 40.4), en el municipio de Ezequiel Montes. Su construcción data del Siglo XVIII y tuvo importante presencia en la Revolución Mexicana y en la Guerra Cristera.

Cabe mencionar que la producción artesanal de vinos “Azteca” en el año 2012 ascendió a las 7 mil botellas; en el 2013 fue lanzada la segunda versión de “Dos Viñedos”, con 10 mil botellas; el año pasado dieron a conocer su primer vino rosado “Rosillo” (Merlot) y la producción anual fue de 12 mil botellas.

Este año cuentan con el vino blanco marca “Tordillo” (Chardonnay) y la producción total es de 15 mil botellas, más 5 mil de maquillas.

Los vinos de esa casa mexicana son secos y no le incorporan azucares. La peculiaridad de estas marcas, además de elaborarse de manera artesanal, son 100% de consumo nacional.

Inclusive las instalaciones de esa vitivinícola están diseñadas en alusión a una antiquísima hacienda del Siglo XVIII y de una bodega boutique, rodeada de amplios caminos y cuya escenografía campirana se acompaña de un lienzo charro, de caballerizas, donde el caballo las vides son los personajes principales de “Viñedos Azteca”.

En esa bodega boutique, se elaboran y utilizan procesos de manera artesanal -desde hace 10 años- que hace que los vinos sean de autor, como el “Pretexto”; “Dos Viñedos” y el “Cahuayo” recientemente el rosado “Rosillo”.

Los viñedos en cuestión cuentan con seis varietales de vino tino, en su mayoría (Cabernet Sauvignon; Merlot; Syrah y Tempranillo) y un delicioso y aromático vino rosado denominado “Rosillo”; Viñedos Azteca cuenta también con un viñedo en Francia.

Existen otras casas que elaboran la producción de vino en menor cantidad. Los contrastes entre los viñedos, así como las diversas visiones y enfoques en relación con el vino es lo que resulta en una interesante región vitivinícola.

En general, en México se cosechan uvas finas destinadas para el vino de mesa, ejemplo: Chenin Blanc; Chardonnay; Semignon; Cabernet Sauvignon; Merlot; Tempranillo; Malbec; Pinot Noir, entre otros. Por cierto, los vinos mexicanos destacan en los Concursos internacionales.

Si bien la cultura del vino de mesa en México es incipiente, el promedio del consumo anual per cápita no pasa de los 750 mililitros. Es muy baja, con relación al promedio por persona de los habitantes europeos y que asciende a los 55 litros anuales.

Consideramos que hace falta incorporarnos más a la cultura y apostarle al consumo del vino nacional, para que el ciclo de producción sea consumido en México y en el mundo, alentando la exportación; las experiencias enriquecedoras de viajes de temática del etno-turismo vitivinícola ser de gran impacto. En cuanto a las técnicas de viti-vinificación no le pide nada al vino extranjero; hay que animarse a consumir, primero el buen vino producido en nuestras tierras y bodegas mexicanas.

Twitter:@Jroldana

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