TRAS LA VERDAD
Muchos han dicho y escrito bastante sobre las consecuencias del voto nulo. Algunos lo promovieron más como postura política que como consecuencia efectiva de castigo en contra de los partidos políticos, incluso como sanción al mismo gobierno. Pero no, es lo mismo que dejar de ir a votar.
Sabemos bien que hay millones de mexicanos que no votan porque no les interesa participar en la vida democrática de nuestro país, son abúlicos. Son perezosos simplemente. Otros más porque tienen la idea de que, votando sigue lo mismo, que todos los partidos son iguales. Y así se pueden extender las razones del por qué no acudir a votar.
Pero lo referente al voto nulo es distinto. Es ir a votar, cumplir con un derecho y una obligación prescrita en la Constitución y leyes electorales. El supuesto significado es el rechazo a todos y a todo el sistema. De estos resultados algunos conjeturan y afirman que se ayuda a los partidos políticos mayores y, además, reciben más beneficios al anular el voto. Falso. Jurídicamente, en estricto sentido es lo mismo que no ir a votar, aunque en este supuesto si se conoce el número de electores que acudió y anuló su voto en la casilla. Eso es todo.
En las casillas, cuando termina la jornada electoral del día de la elección, los miembros de las mesas directivas realizan lo que se denomina el escrutinio y cómputo, levantando las actas en las que se consignan cantidades, después remitir el paquete electoral al comité que corresponda, según la elección de que se trate.
En los escrutinios se realiza la separación de las boletas válidas y las nulas por distintas razones, pero todas hacen un mismo paquete al no reunir los requisitos de boleta válida y en automático se suma a los votos nulos. De tal suerte que la sumatoria es la conclusión, nadie analiza las razones políticas de los votos nulos, son de carácter técnico. Una boleta mal sufragada, es un voto nulo. Así de simple. Luego vendrán los cómputos municipales y distritales para saber bien a bien quién ganó y quién perdió la elección, con los consabidos recursos que seguramente interponen los inconformes perdedores.
Posteriormente se realiza el cómputo estatal o de la circunscripción de representación proporcional a nivel federal. En este momento procesal es cuando la sumatoria total de votos da como resultado la distribución de diputaciones plurinominales y por supuesto la realización de aplicación de fórmulas para recibir más beneficios del sistema de partidos, los dineros del pueblo que se destinan a los partidos vía prerrogativas, entre más votos válidos, no nulos –ojo-, más dinero; pero jamás se computan los votos nulos ni para bien ni para mal. Así de simple.
En conclusión, lo correcto y adecuado cívicamente, cumpliendo con un derecho y una obligación, hay que acudir a votar y decidir de acuerdo a los intereses de cada ciudadano o ciudadana con derecho al sufragio universal, libres y secreto. No anules tu voto y si lo haces, ya sabes, no tiene consecuencia alguna, ni política ni económicamente para los partidos ¡Que nadie decida por ti! Ve a votar, acude a votar a la casilla que te corresponde.